Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

miércoles, 23 de julio de 2014

MAROSA DI GIORGIO (Uruguay - Salto, 1934-Montevideo, 2004)

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio...

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio;
otros, con un breve alarido, un leve trueno. Unos son
blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, 
la estatua de una paloma; otros son dorados o morados. 
Cada uno trae -yeso es lo terrible-- la inicial del muerto 
de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne
levísima es pariente nuestra. 
Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y
empieza la siega. Mi madre da permiso. El elige como un
águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris.
Mamá no se da cuenta de que vende a su raza.
 
 
A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar...

A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar 
a la alcoba, se me aparecían los ángeles.
Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo
blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas
blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me
seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos; 
se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel
plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda 
hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras 
pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día 
se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo, 
un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban
todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo, 
hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.
 
 
Bajó una mariposa a un lugar oscuro...


Bajó una mariposa a un lugar oscuro; al parecer, de
hermosos colores; no se distinguía bien. La niña más chica 
creyó que era una muñeca rarísima y la pidió; los otros 
niños dijeron: -Bajo las alas hay un hombre.
Yo dije: -Sí, su cuerpo parece un hombrecito. 
Pero, ellos aclararon que era un hombre de tamaño natural.
Me arrodillé y vi. Era verdad lo que decían los niños. ¿Cómo
cabía un hombre de tamaño normal bajo las alitas?
Llamamos a un vecino. Trajo una pinza. Sacó las alas. Y un
hombre alto se irguió y se marchó.
Y esto que parece casi increíble, luego fue pintado
prodigiosamente en una caja.

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