Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

lunes, 31 de agosto de 2015

LUIS PALÉS MATOS (Puerto Rico, Guyama,1898-Santurce,1959)

FRUTA PROHIBIDA
 
Era la noche plétora de un delirio chispeante,
Era una indiferencia sonámbula y fragante:
La muda indiferencia de los astros, despiertos
Como un diluvio de ojos parpadeantes y abiertos.

Era un vaho de perfume de hembra en los jardines,
Bajo la enredadera de los blancos jazmines;
Y aquellas, las estrellas, nos miraban temblando;
Y vino el paraíso de anhelos suspirando;

Y vino aquel deseo de la mujer primera,
Y tembló sorprendida la casta enredadera;
Y en el febril incendio de nuestra edad temprana,

Tú deshecha en querellas, yo en el amor ardiente,
Probamos los dulzores de la roja manzana,
Y vimos como alegre silbaba la serpiente.


domingo, 30 de agosto de 2015

Reuniones COMISION DIRECTIVA

Estimados Sres. SOCIOS, AMIGOS y COLABORADORES 
que permiten que BIblioteca Popular 2131 "Domingo Faustino Sarmiento" pueda continuar con sus existencia y actividad social-cultural en General Alvear, se recuerda:

1- Reunión de Comisión Directiva todos los días LUNES a la hora 20.

2-Se solicita regularizar el pago de cuota social (240 pesos anuales) lo que permite el sostenimiento básico de impuestos y servicios.

3-Proponer actividades culturales que favorezcan la ampliación de la oferta cultural de la sociedad alvarense.

4-Colaborar con actividades internas que fortalezcan la presentación, resguardo patrimonial y acrecentamiento institucional.

5-Recordar que la Institución, diariamente, ofrece desde sus plataformas digitales el continuo programa de propuesta lectoras e informativas y por ello se insta a los mencionados Socios, Amigos y Colaboradores a frecuentar y difundir esas propuestas públicas de cultura que se desarrollan desde los servicios de Blog, Facebook y Twitter.

HACER DE LA CULTURA UNA RAZÓN DE VIDA, ENALTECE TODA DIGNIDAD HUMANA.

HOMERO CARVALHO OLIVA (Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, 1957)

LA LUNA ENTRE LAS SÁBANAS
(Breve Selección)
 
 
MITADES
 
Desnuda sobre la cama,
con la ventana abierta al mundo
y las cortinas aleteando en la leve oscuridad,
la luz de la Luna divide tu cuerpo en dos:
uno está al lado mío y el otro siempre está en mi memoria.
 
 
NIDO
 
El ave que vuela 
desde mi cuerpo
anida en el alto monte
de tus muslos dorados.
 
 
DISTANCIAS
 
Entre tu deseo y el mío
apenas hay dos ombligos de distancia
y son los silencios los que nos identifican,
tu silencio es el de un continente por escribirse
y el mío el de un árbol que crece en el delta de tus torrentes.
 
 
SINÓNIMOS
 
Los diccionarios
de sinónimos
dicen que penetrar
también es intuir,
atinar, enterarse,
descifrar, conocer
interpretar, adivinar,
comprender, sentir,
percibir, entender
afectar y alcanzar.
Esa primera vez 
por fin entendí 
lo que significaba
un sinónimo.
 
 
DESCARTES DESNUDO
 
En tu cuerpo me existo.


sábado, 29 de agosto de 2015

JUAN CARLOS ONETTI (Uruguay, Montevideo,1909-Madrid, España,1994)

LA ARAUCARIA

El padre Larsen bajó de la mula cuando esta se negó a trepar por la calle empinada del villorrio. Vestía una sotana que había sido negra y ahora se inclinaba decidida a un verde botella, hijo de los años y de la indiferencia. Continuó a pie, deteniéndose cada media cuadra para respirar con la boca entreabierta y diciéndose que debía dejar de fumar. Con la pequeña maleta negra que contenía lo necesario para salvar las almas que estaban a punto de apartarse del cuerpo y huir del sufrimiento y la inmediata podredumbre. No lo precedía un monaguillo con una campanilla, nadie agitaba una vinagrera, nadie rezaba, salvo él durante cada descanso.
La pequeña casa pintada de un sucio blanco estaba emparedada por otras dos, casi iguales, y las tres se abrían al camino de tierra dura por puertas hostiles y estrechas.
Le abrió un hombre de años indiscernibles, con alpargatas y bombachones blancos. Se persignó y dijo:
-Por aquí, padre.
Larsen sintió la frescura de la pieza encalada y casi olvidó el sol agresivo de las calles mal hechas.
Ahora estaba en una habitación pobre de muebles, en una cama matrimonial una mujer se retorcía y variaba del llanto a la risa desafiante. Después llegaron palabras, frases incomprensibles que atravesaban el silencio, la momentánea quietud del sol, buscando llegar a las sombras que se habían aproximado.
Un silencio, un mal olor persistente, y de pronto la mujer agonizante trató de levantar la cabeza; lloraba y reía. Se aquietó y dijo:
-Quiero saber si usted es cura.
Larsen paseó las manos por la sotana, para mostrarla, para saber él mismo que seguía enfundado en ella, Mostró al aire -porque ella tenía muy abiertos los ojos y solo miraba la pared blanca opuesta a su muerte- mostró estampas de bruscos colores desleídos, medallas pequeñas de plomo, achatadas por los años, serenas algunas, trágicas otras con desnudos corazones asomando exagerados en pechos abiertos.
Y de pronto la mujer gritó el principio de la confesión salvadora. El padre Larsen la recuerda así:
-Con mi hermano desde mis trece años, él era mayor, jodíamos toda la tarde de primavera y verano al lado de la acequia debajo de la araucaria y solo Dios sabe quién empezó o si nos vino la inspiración en conjunto. Y jodíamos y jodíamos porque, aunque tenga cara de santo, termina y vuelve y no se cansa nunca, y dígame qué más quería yo.
El hermano se apartó de la pared, dijo no con la cabeza y adelantó una mano hacia la boca de su hermana, pero el cura lo detuvo y susurró:
-Déjala mentir, deja que se alivie. Dios escucha y juzga.
Aquellas palabras habían agregado muy poco a su colección. Tenía ya varios incestos, inevitables en el poblacho despojado de hombres que se llevó la guerra o la miseria; pero tal vez ninguno tan tenaz y reiterado, casi matrimonial. Quería saber más y murmuró convincente: "es la vida, el mundo, la carne, hija mía".
Ahora ella volvía a dilatar los ojos perdiéndose en la pausa protectora de la pared encalada. Volvió a reír y a llorar sin lágrimas como si llanto y risa fueran sonidos de palabras y graves confidencias. Larsen supo que no estaba moribunda ni se burlaba. Estaba loca y el hermano, si era el hermano, vigilaba su locura con una rígida cara de madera.
Equivocándose, ordenó padrenuestros y avemarías y, como en el pasado, vaciló con el viejo asco mientras se inclinaba para bendecir la cabeza de pelo húmedo y entreverado; no pudo ni quiso besarle la frente.
Oyó mientras salía guiado por el impasible hermano:
-Cuando otra vez me vaya a morir, lo llamo y le cuento lo del caballo y la sillita de ordeñar. Él me ayudó, pero nada.
En la calle, bajo la blancura empecinada del sol, la mula restregaba el hocico en las piedras buscando, en vano, mordiscar.
Al regreso, de retorno al corral, la bestia trotó dócil y apresurada mientras el padre Larsen, sin abrir el quitasol rojo, hacía balance de lo obtenido y aguardaba, esperanzado, a que llegara la segunda agonía de la mujer.
El padre Larsen buscó sin encontrar ninguna araucaria.

viernes, 28 de agosto de 2015

PEDRO MIGUEL OBLIGADO (Buenos Aires, 1892-1967)

ÍNTIMA
¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es esta?
He derrochado en vano mi bondad y cariño,
Como quien echa flores a un arroyo que pasa;
He puesto el corazón ante todas mis cosas,
Como escudo, y lo han roto con violencia los golpes;
He querido tener una casa en las nubes,
Donde abrir una puerta fuese ver una estrella;
Y el viento se ha llevado las nubes y los astros…
Y sin embargo tengo, como todos, un alma. 
¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es esta?
No encuentro quien me quiera; ¿no es cierto que parece
Una frase tan solo para la poesía?
Y es la verdad: no encuentro… Yo he visto la mirada
Celeste del cariño; pero la he visto siempre
Como se ve una estrella caer sobre la tierra
Y que nunca desciende donde estamos nosotros…
He observado caricias que extenuaban dos manos;
Y he oído palabras que eran besos con nombre,
Como unos pajaritos que iban para otra selva…
Y sin embargo tengo, como todos, un alma. 
¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es esta?
Y la vida se vuela, y la paso diciendo
Lo que dicen: -¡Qué hueco!-. En silencio me marcho.
La maldad y el desprecio, las vilezas y el odio,
No han sido mis torturas; tú, sólo, Indiferencia,
Cual hija de la nada, me cerraste la vida
Con tu puerta de mármol, a donde tantas veces
Como una aldaba inquieta golpeó mi corazón… 
Tú, sorda, no sabías lo que yo te decía,
Y te pusiste el dedo en los labios: -Silencio-
Te pedí: -Deja que entre a la vida. Yo busco
Quien me quiera-. No oías y cerraste la puerta.
Y me he quedado solo, así como esos perros
Que vagan por las calles, rogando con sus ojos
Humanos, que los lleven al calor de un hogar.
Y me he quedado solo, como una hoja mustia
Barrido por el viento, en una primavera.
Y sin embargo tengo, como todos, un alma.

jueves, 27 de agosto de 2015

JUAN YANES (España, Tenerife, 1947)

AMOR DIACRÍTICO
 
Te pondré entre paréntesis para que no te escapes. Además, te pondré entre signos de interrogación para ver si resuelves, de una vez, tus problemas de identidad (todas esas naderías de adolescente: quién soy, de dónde vengo…). Ahora que lo pienso mejor, te pondré en un anexo para matar tu orgullo o te remitiré a una nota, a pie de página, para ningunearte. Mejor, una nota a final de texto, esas que nadie lee. Te pondré bajo la custodia de las diéresis y bajo las uñas oblicuas de las tildes para que sientas el peso y la agudeza de su voz. Mejor, terminemos ya con este juego, te pondré una tachadura encima para anularte, un borrón, un garabato. ¿Ves? Ya no existes, te he borrado con la goma de borrar, he rascado la superficie del papel con la uña y ya no estás. ¿A lo mejor es que prefieres verte cortejada por un garfio o perseguida por un macrón? Quizá no sea necesario llegar tan lejos, pero sí te pondré en una nota marginal para que conozcas la marginación. Te pondré la Apostilla de la Haya, para que sepas cómo nos las gastamos los chupatintas, es bueno conocer esas cosas para una adecuada educación sentimental. Pensándolo mejor, creo que te pondré in media res, para que aprendas lo que es la vida —siempre estamos en la mitad de alguna historia— o te pondré en un punto y final, para no verte más. Sin comas, para que no puedas coger el aire...
Venga, va. Se acabó tanta tontería. Te escribiré con hache, para que sepas del silencio. Te pondré en medio de la nada, para que sepas lo que es la escritura, pero no llores, por favor. Si sigues llorando me veré obligado a ponerte una barra pisana debajo de los ojos para que resbalen tus lágrimas. No me gusta verte triste. Te pondré en bastardilla, para ver cómo andas de cintura. Te escribiré con acento circunflejo, para que no te mojes cuando llueva. Te pondré en medio de un texto iluminado, para contemplar tu belleza. ¿Sigues llorando? No seas boba, no llores. Te pondré junto a una metáfora sostenida, para que estés siempre perfumada y te escribiré con dos puntos, para que empieces a contarme cosas una detrás de otra, no importa que estén desordenadas. ¡Te pondré entre signos de admiración porque te amo! y tiraré al suelo, los acentos, las diéresis, las vírgulas y las cedillas, mientras desabrocho los corchetes de tu blusa, lentamente.



miércoles, 26 de agosto de 2015

ALEJANDRA PIZARNIK (Buenos Aires, 1936-1972)

CAMINOS DEL ESPEJO

 

I

 

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

 

II

 

Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

 

III

 

Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

 

IV

 

Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

 

V

 

Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

 

VI

 

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

 

VII

 

La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

 

VIII

 

Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

 

IX

 

Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

 

X

 

Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

 

XI

 

Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

 

XII

 

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

 

XIII

 

Aún si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?

Deseaba un silencio perfecto.

Por eso hablo.

 

XIV

 

La noche tiene la forma de un grito de lobo.

 

XV

 

Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

 

XVI

 

Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

 

XVII

 

Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

 

XVIII

 

Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

 

XIX

 

Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

martes, 25 de agosto de 2015

HERMANN HESSE (Alemania.,Calw, Württemberg, 1877-Montagnola,Suiza,1962)

ANOCHECER EN LA ALDEA

Entra el pastor con sus ovejas
Por callejuelas silenciosas,
Dormir desean las casuchas
Y cabecean en la sombra.
Entre los muros donde estoy
Me siento solo y extranjero,
Mi corazón apura el cáliz
De mi dolor con pesadumbre.
Donde el camino me llevó
Siempre una lumbre daba abrigo,
Pero yo nunca conocí
Qué son una patria y un hogar.

lunes, 24 de agosto de 2015

24 de Agosto DÍA DEL LECTOR

Felicidades a todos nuestros socios y amigos

Que hacen de la lectura un vínculo sincero de la amistad

 

Boletín Oficial del 03/08/2012
CONMEMORACIONES
Ley 26.754
Institúyase el día 24 de agosto como “Día del Lector”, en
conmemoración y homenaje al
día del natalicio del escritor argentino Jorge Luis Borges.
Sancionada: Junio 27 de 2012
Promulgada: Julio 25 de 2012
El Senado y Cámara de Diputados
de la Nación Argentina
reunidos en Congreso, etc.
sancionan con fuerza de
Ley:
ARTICULO 1º — Instituir el día 24 de agosto de cada año como “Día del
Lector”, en conmemoración
y homenaje al día del natalicio del escritor argentino Jorge Luis Borges.
ARTICULO 2º — Encomendar al Poder Ejecutivo Nacional la realización en
dicha fecha de
actos de divulgación de la lectura y de reconocimiento a la obra y a
la trayectoria de Borges, como
figura insoslayable de la literatura nacional y universal.
ARTICULO 3º — Invitar a las provincias y a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires a adherir a
la presente ley.
ARTICULO 4º — Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, EL DIA
VEINTISIETE DE JUNIO DEL AÑO DOS MIL DOCE.
— REGISTRADO BAJO EL Nº 26.754 —
AMADO BOUDOU. — JULIAN A. DOMINGUEZ. — Juan H. Estrada. — Gervasio Bozzano.


DIA DEL LECTOR  BORGES

JOSÉ SANTOS CHOCANO (Perú, Lima, 1875-Santiago, Chile,1934)

DE VIAJE
 
Ave de paso,
Fugaz viajera desconocida:
Fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
Duró un instante de los que llenan toda una vida.
No era la gloria del paganismo,
No era el encanto de la hermosura plástica y recia:
Era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo.
No era la Grecia:
¡Era la Roma del cristianismo!
Alrededor era de sus dos ojos ¡oh, qué ojos esos!
Que las fracciones de su semblante desvanecidas
Fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos,
Reviviendo sueños pasados y glorias idas.
Ida es la gloria de sus encantos,
Pasado el sueño de su sonrisa.
Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos;
¡Ella ha fugado como un perfume sobre la brisa!
Quizás ya nunca nos encontremos;
Quizás ya nunca veré a mi errante desconocida;
Quizás la misma barca de amores empujaremos,
Ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos,
¡Toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!

domingo, 23 de agosto de 2015

RUBEM FONSECA (Brasil, Juíz de Fora, Minas Gerais, 1925)

CORAZONES SOLITARIOS
 
Yo trabajaba en un diario popular como repórter de casos policiacos. Hace mucho tiempo que no ocurría en la ciudad un crimen interesante, que envolviera a una rica y linda joven de la sociedad, muertes, desapariciones, corrupción, mentiras, sexo, ambición, dinero, violencia, escándalo.
Crimen así ni en Roma, París, Nueva York, decía el editor del diario, estamos en un mal momento. Pero dentro de poco cambiará. La cosa es cíclica, cuando menos lo esperamos estalla uno de aquellos escándalos que da materia para un año. Todo está podrido, a punto, es cosa de esperar.
Antes de que estallara me corrieron.
Solamente hay pequeño comerciante matando socio, pequeño bandido matando a pequeño comerciante, policía matando a pequeño bandido. Cosas pequeñas, le dije a Oswaldo Peçanha, editor-jefe y propietario del diario Mujer.
Hay también meningitis, esquistosomosis, mal de Chagas, dijo Peçanha.
Pero fuera de mi área, dije.
¿Ya leíste Mujer?, Peçanha preguntó.
Admití que no. Me gusta más leer libros.
Peçanha sacó una caja de puros del cajón y me ofreció uno. Encendimos los puros. Al poco tiempo el ambiente era irrespirable. Los puros eran corrientes, estábamos en verano, las ventanas cerradas, y el aparato de aire acondicionado no funcionaba bien.
Mujer no es una de esas publicaciones en color para burguesas que hacen régimen. Está hecha para la mujer de la clase C, que come arroz con frijoles y si engorda es cosa suya. Echa una ojeada.
Peçanha tiró frente a mí un ejemplar del diario. Formato tabloide, encabezados en azul, algunas fotos desenfocadas. Fotonovela, horóscopo, entrevistas con artistas de televisión, corte y costura.
¿Crees que podrías hacer la sección De mujer a mujer, nuestro consultorio sentimental? El tipo que lo hacía se despidió.
De mujer a mujer estaba firmado por una tal Elisa Gabriela. Querida Elisa Gabriela, mi marido llega todas las noches borracho y…
Creo que puedo, dije.
Estupendo. Comienza hoy. ¿Qué nombre quieres usar?
Pensé un poco.
Nathanael Lessa.
¿Nathanael Lessa?, dijo Peçanha, sorprendido y molesto, como si hubiera dicho un nombre feo, u ofendido a su madre.
¿Qué tiene? Es un nombre como otro cualquiera. Y estoy rindiendo dos homenajes.
Peçanha dio unas chupadas al puro, irritado.
Primero, no es un nombre como cualquier otro. Segundo, no es un nombre de la clase C. Aquí sólo usamos nombres que agraden a la clase C, nombres bonitos. Tercero, el diario rinde homenajes sólo a quien yo quiero y no conozco a ningún Nathanael Lessa y, finalmente —la irritación de Peçanha aumentaba gradualmente, como si estuviera sacando algún provecho de ella— aquí, nadie, ni siquiera yo mismo, usa seudónimos masculinos. ¡Mi nombre es María de Lourdes!
Di otra ojeada al diario, inclusive en el directorio. Sólo había nombres de mujer.
¿No te parece que un nombre masculino da más crédito a las respuestas? Padre, marido, médico, sacerdote, patrón, sólo hay hombres diciendo lo que ellas tienen que hacer. Nathanael Lessa pega mejor que Elisa Gabriela.
Es eso justamente lo que no quiero. Aquí se sienten dueñas de su nariz, confían en nosotros, como si fuéramos comadres. Llevo veinticinco años en este negocio. No me vengas con teorías no comprobadas. Mujer está revolucionando la prensa brasileña, es un diario diferente que no da noticias viejas de la televisión de ayer.
Estaba tan irritado que no pregunté lo que Mujer se proponía. Tarde o temprano me lo diría. Yo sólo quería el empleo.
Mi primo, Machado Figueiredo, que también tiene veinticinco años de experiencia, en el Banco del Brasil, suele decir que está siempre abierto a teorías no comprobadas. Yo sabía que Mujer debía dinero al banco. Y sobre de la mesa de Peçanha había una carta de recomendación de mi primo.
Al oír el nombre de mi primo, Peçanha palideció. Dio un mordisco al puro para controlarse, después cerró la boca, pareciendo que iba a silbar, y sus gruesos labios temblaron como si tuviera un grano de pimienta en la lengua. En seguida abrió la boca y golpeó con la uña del pulgar sus dientes sucios de nicotina, mientras me miraba de manera que él debía considerar llena de significados.
Podía añadir Dr. a mi nombre: Dr. Nathanael Lessa.
¡Rayos! Está bien, está bien, rezongó Peçanha entre dientes, empiezas hoy.
Fue así como pasé a formar parte del equipo de Mujer.
Mi mesa quedaba cerca de la mesa de Sandra Marina, que firmaba el horóscopo. Sandra era conocida también como Marlene Katia, al hacer entrevistas. Era un muchacho pálido, de largos y ralos bigotes, también conocido como João Albergaria Duval. Había salido hacía poco tiempo de la escuela de comunicaciones y vivía lamentándose, ¿por qué no estudié odontología?, ¿por qué?
Le pregunté si alguien traía las cartas de los lectores a mi mesa. Me dijo que hablara con Jacqueline, en expedición. Jacqueline era un negro grande de dientes muy blancos.
Queda mal que sea yo el único aquí dentro que no tiene nombre de mujer, van a pensar que soy maricón. ¿Las cartas? No hay ninguna carta. ¿Crees que la mujer de la clase C escribe cartas? Elisa inventaba todas.
Apreciado Dr. Nathanael Lessa. Conseguí una beca de estudios para mi hija de diez años, en una escuela elegante de la zona sur. Todas sus compañeritas van al peluquero, por lo menos una vez a la semana. Nosotros no tenemos dinero para eso, mi marido es conductor de autobús de la línea Jacaré-Cajú, pero dice que va a trabajar horas extras para mandar a Tania Sandra, nuestra hijita, al peluquero. ¿No cree usted que los hijos se merecen todos los sacrificios? Madre Dedicada. Villa Kennedy.
Respuesta: Lave la cabeza de su hija con jabón de coco y colóquele papillotes. Queda igual que en el peluquero. De cualquier manera, su hija no nació para ser muñequita. Ni tampoco la hija de nadie. Coge el dinero de las horas extras y compra otra cosa más útil. Comida, por ejemplo.
Apreciado Dr. Nathanael Lessa. Soy bajita, gordita y tímida. Siempre que voy al mercado, al almacén, a la abacería me dejan en la cola. Me engañan en el peso, en el cambio, los frijoles tienen bichos, la harina de maíz está mohosa, cosas así. Acostumbraba sufrir mucho, pero ahora estoy resignada. Dios los está mirando y en el Juicio Final van a pagarlo. Doméstica Resignada. Penha.
Respuesta: Dios no está mirando a nadie. Quien tiene que defenderte eres tú misma. Sugiero que grites, vocees a todo el mundo, que hagas escándalo. ¿No tienes ningún pariente en la policía? Bandido también sirve. Arréglate, gordita.
Apreciado Dr. Nathanael Lessa: Tengo veinticinco años, soy mecanógrafa y virgen. Encontré a ese muchacho que dice que me ama mucho. Trabaja en el Ministerio de Transportes y dice que quiere casarse conmigo, pero que primero quiere probar. ¿Qué te parece? Virgen Loca. Parada de Lucas.
Respuesta: Escucha esto, Virgen Loca, pregúntale al tipo lo que va a hacer si no le gusta la experiencia. Si dice que te planta, dáselo, porque es un hombre sincero. No eres grosella ni caldo de jilo para ser probada, pero hombres sinceros hay pocos, vale la pena intentar. Fe y adelante, firme.
Fui a almorzar.
A la vuelta Peçanha mandó llamarme. Tenía mi trabajo en la mano.
Hay algo aquí que no me gusta, dijo.
¿Qué?, pregunté.
¡Ah! ¡Dios mío!, qué idea la gente se hace de la clase C, exclamó Peçanha, balanceando la cabeza pensativamente, mientras miraba para el techo y ponía boca de silbido. Quienes gustan ser tratadas con palabrotas y puntapiés son las mujeres de la clase A. Acuérdate de aquel lord inglés que dijo que su éxito con las mujeres era porque trataba a las damas como putas y a las putas como damas.
Está bien. ¿Entonces cómo debo tratar a nuestras lectoras?
No me vengas con dialécticas. No quiero que las trates como putas. Olvida al lord inglés. Pon alegría, esperanza, tranquilidad y confianza en las cartas, eso es lo que quiero.
Dr. Nathanael Lessa. Mi marido murió y me dejó una pensión muy pequeña, pero lo que me preocupa es estar sola, a los cincuenta y cinco años de edad. Pobre, fea, vieja y viviendo lejos, tengo miedo de lo que me espera. Solitaria de Santa Cruz.
Respuesta: Graba esto en tu corazón, Solitaria de Santa Cruz: ni dinero, ni belleza, ni juventud, ni una buena dirección dan felicidad. ¿Cuántos jóvenes ricos y hermosos se matan o se pierden en los horrores del vicio? La felicidad está dentro de nosotros, en nuestros corazones. Si somos justos y buenos, encontraremos la felicidad. Sé buena, sé justa, ama al prójimo como a ti misma, sonríe al tesorero del INPS * cuando vayas a recibir tu pensión.
Al día siguiente Peçanha me llamó y me preguntó si podía también escribir la fotonovela. Producíamos nuestras propias fotonovelas, no es fumeti italiano traducido. Elige un nombre.
Elegí Clarice Simone, eran otros dos homenajes, pero no le dije eso a Peçanha.
El fotógrafo de las novelas vino a hablar conmigo.
Mi nombre es Mónica Tutsi, dijo, pero puedes llamarme Agnaldo. ¿Tienes la papa lista?
Papa era la novela. Le expliqué que acababa de recibir el encargo de Peçanha y que necesitaba por lo menos dos días para escribir.
¿Días? Ja, ja, carcajeó, haciendo el ruido de un perro grande, ronco y domesticado, ladrándole al dueño.
¿Dónde está la gracia?, pregunté.
Norma Virginia escribía la novela en quince minutos. Tenía una fórmula
Yo también tengo una fórmula. Ve a dar una vuelta y te apareces por aquí en quince minutos, que tendrás tu novela lista.
¿Qué pensaba de mí ese fotógrafo idiota? Sólo porque yo había sido repórter policial no significaba que fuera una bestia. Si Norma Virginia, o como fuera su nombre, escribía una novela en quince minutos, yo también la escribiría. A fin de cuentas leí todos los trágicos griegos, los ibsens, los o’neals, los beckets, los chejovs, los shakespeares, las four hundred best television plays. Era sólo chupar una idea de aquí, otra de allá, y listo.
Un niño rico es robado por los gitanos y dado por muerto. El niño crece pensando que es un gitano auténtico. Un día encuentra una moza riquísima y los dos se enamoran. Ella vive en una rica mansión y tiene muchos automóviles. El gitanillo vive en un carromato. Las dos familias no quieren que ellos se casen. Surgen conflictos. Los millonarios mandan a la policía prender a los gitanos. Uno de los gitanos es muerto por la policía. Un primo rico de la muchacha es asesinado por los gitanos. Pero el amor de los dos jóvenes enamorados es superior a todas esas vicisitudes. Resuelven huir, romper con las familias. En la fuga encuentran un monje piadoso y sabio que sacramenta la unión de los dos en un antiguo, pintoresco y romántico convento en medio de un bosque florido. Los dos jóvenes se retiran a la cámara nupcial. Son hermosos, esbeltos, rubios de ojos azules. Se quitan la ropa. Oh, dice la muchacha, ¿qué es ese cordón de oro con medalla claveteada de brillantes que tienes en el pecho? ¡Ella tiene una medalla igual! ¡Son hermanos! ¡Tú eres mi hermano desaparecido!, grita la muchacha. Los dos se abrazan. (Atención, Mónica Tutsi: ¿qué tal un final ambiguo?, haciendo aparecer en la cara de los dos un éxtasis no fraternal, ¿eh? Puedo también cambiar el final y hacerlo más sofocliano: los dos descubren que son hermanos sólo después del hecho consumado; desesperada, la moza salta de la ventana del convento reventándose allá abajo.)
Me gustó tu historia, dijo Mónica Tutsi.
Un pellizco de Romeo y Julieta, una cucharadita de Edipo Rey, dije modestamente.
Pero no sirve para que yo la fotografíe. Tengo que hacer todo en dos horas. ¿Dónde voy a encontrar la rica mansión? ¿Los automóviles? ¿El convento pintoresco? ¿El bosque florido?
Ése es tú problema.
¿Dónde voy a encontrar, continuó Mónica Tutsi, como si no me hubiera oído, los dos jóvenes rubios, esbeltos, de ojos azules? Nuestros artistas son todos medio tirando a mulatos. ¿Dónde voy a encontrar el carromato? Haz otra, muchacho. Vuelvo dentro de quince minutos. ¿Y qué es sofocliano?
Roberto y Betty son novios y van a casarse. Roberto, que es muy trabajador, economiza dinero para comprar un departamento y amueblarlo, con televisión a color, equipo musical, refrigerador, lavadora, enceradora, licuadora, batidora, lavaplatos, tostador, plancha eléctrica y secador de pelo. Betty también trabaja. Ambos son castos. El casamiento está fijado. Un amigo de Roberto, Tiago, le pregunta, ¿te vas a casar virgen?, necesitas ser iniciado en los misterios del sexo. Tiago, entonces, lleva a Roberto a casa de la Superputa Betatrón. (Atención, Mónica Tutsi, el nombre es un toque de ficción científica.) Cuando Roberto llega allí descubre que la Superputa es Betty, su noviecita. ¡Oh! ¡Cielos! ¡Sorpresa terrible! Alguien dirá, tal vez un portero, ¡Crecer es sufrir! Fin de la novela.
Una palabra vale mil fotografías, dijo Mónica Tutsi, estoy siempre en la parte podrida. De aquí a poco vuelvo.
Dr. Nathanael. Me gusta cocinar. Me gusta mucho también bordar y hacer crochet. Y más que nada me gusta ponerme un vestido largo de baile, pintar mis labios de carmesí, darme bastante colorete, ponerme rímel en los ojos. ¡Ah, qué sensación! Es una pena que tenga que quedarme encerrado en mi cuarto. Nadie sabe que me gusta hacer esas cosas. ¿Estoy equivocado? Pedro Redgrave. Tijuca.
Respuesta: ¿Equivocado, por qué? ¿Estás haciendo daño a alguien con eso? Ya tuve otro consultante que, como a ti, también le gustaba vestirse de mujer. Llevaba una vida normal, productiva y útil a la sociedad, tanto que llegó a ser obrero-supervisor. Viste tus vestidos largos, pinta tu boca de escarlata, pon color en tu vida.
Todas las cartas deben ser de mujeres, advirtió Peçanha.
Pero esa es verdadera, dije.
No creo.
Entregué la carta a Peçanha. La miró poniendo cara de policía examinando un billete groseramente falsificado.
¿Crees que es una broma?, preguntó Peçanha.
Puede ser, dije. Y puede no ser.
Peçanha puso su cara reflexiva. Después:
Añade a tu carta una frase animadora, como por ejemplo, escribe siempre.
Me senté a la máquina.
Escribe siempre. Pedro, sé que éste no es tu nombre, pero no importa, escribe siempre, cuenta conmigo. Nathanael Lessa.
Coño, dijo Mónica Tutsi, fui a hacer tu dramón y me dijeron que está calcado de una película italiana.
Canallas, atajo de babosos, sólo porque fui repórter policial me están llamando plagiario.
Calma, Virginia.
¿Virginia? Mi nombre es Clarice Simone, dije. ¿Qué cosa más idiota es esa de pensar que sólo las novias de los italianos son putas? Pues mira, ya conocí una novia de aquéllas realmente serias, era hasta hermana de la caridad, y fueron a ver, también era puta.
Está bien, muchacho, voy a fotografiar esa historia. ¿La Betatrón puede ser mulata? ¿Qué es Betatrón?
Tiene que ser rubia, pecosa. Betatrón es un aparato para la producción de electrones, dotado de gran potencial energético y alta velocidad, impulsado por la acción de un campo magnético que varía rápidamente, dije.
¡Coño! Eso sí que es nombre de Puta, dijo Mónica Tutsi, con admiración, retirándose.
Comprensivo Nathanael Lessa. He usado gloriosamente mis vestidos largos. Y mi boca ha sido tan roja como la sangre de un tigre y el romper de la aurora. Estoy pensando en ponerme un vestido de satén e ir al Teatro Municipal. ¿Qué te parece? Y ahora voy a contarte una gran y maravillosa confidencia, pero quiero que guardes el mayor secreto de mi confesión. ¿Lo juras? Ah, no sé si decirlo o no decirlo. Toda mi vida he sufrido las mayores desilusiones por creer en los demás, Soy básicamente una persona que no perdió su inocencia. La perfidia, la estupidez, la falta de pudor, la bribonería, me dejaron muy impresionada. Oh, cómo me gustaría vivir aislada en un mundo utópico hecho de amor y bondad. Mi sensible Nathanael, déjame pensar. Dame tiempo. En la próxima carta contaré más, tal vez todo. Pedro Redgrave.
Respuesta: Pedro. Espero tu carta, con tus secretos, que prometo guardar en los arcanos inviolables de mi recóndita conciencia. Continúa así, enfrentando altanero la envidia y la insidiosa alevosía de los pobres de espíritu. Adorna tu cuerpo sediento de sensualidad, ejerciendo los desafíos de tu mente valerosa.
Peçanha preguntó:
¿Esas cartas también son verdaderas?
Las de Pedro Redgrave sí.
Extraño, muy extraño, dijo Peçanha golpeando con las uñas en los dientes, ¿qué te parece?
No me parece nada, dije.
Parecía preocupado por algo. Hizo preguntas sobre la fotonovela, sin interesarse, sin embargo, por las respuestas.
¿Qué tal la carta de la cieguita?, pregunté.
Peçanha cogió la carta de la cieguita y mi respuesta y leyó en voz alta: Querido Nathanael. No puedo leer lo que escribes. Mi abuelita adorada me lo lee. Pero no pienses que soy analfabeta. Lo que soy es cieguita. Mi querida abuelita me está escribiendo la carta, pero las palabras son mías. Quiero enviar unas palabras de consuelo a tus lectores, para que ellos, que sufren tanto con pequeñas desgracias, se miren en mi espejo. Soy ciega pero soy feliz, estoy en paz, con Dios y con mis semejantes. Felicidades para todos. Viva el Brasil y su pueblo. Cieguita Feliz. Carretera del Unicornio, Nova Iguacu. P. S. Olvidé decir que también soy paralítica.
Peçanha encendió un puro. Conmovedor, pero Carretera del Unicornio suena falso. Me parece mejor que pongas Carretera de Catavento, o algo así. Veamos ahora tu respuesta. Cieguita Feliz, enhorabuena por tu fuerza moral, por tu fe inquebrantable en la felicidad, en el bien, en el pueblo y en el Brasil. Las almas de aquéllos que desesperan en la adversidad deberían nutrirse con tu edificante ejemplo, un haz de luz en las noches de tormenta.
Peçanha me devolvió los papeles. Tienes futuro en la literatura. Esta es una gran escuela. Aprende, aprende, sé aplicado, no te desanimes, suda la camisa.
Me senté a la máquina.
Tesio, banquero, vecino de la Boca do Mato, en Lins de Vasconcelos, casado en segundas nupcias con Frederica, tiene un hijo, Hipólito, del primer matrimonio. Frederica se enamora de Hipólito. Tesio descubre el amor pecaminoso entre los dos. Frederica se ahorca en el mango del patio de la casa. Hipólito pide perdón al padre, huye de casa y vagabundea desesperado por las calles de la ciudad cruel hasta ser atropellado y muerto en la Avenida Brasil.
¿Cuál es la salsa aquí?, preguntó Mónica Tutsi.
Eurípides, pecado y muerte. Voy a contarte una cosa: Yo conozco el alma humana y no necesito de ningún griego viejo para inspirarme. Para un hombre de mi inteligencia y sensibilidad basta sólo mirar en torno. Mírame bien a los ojos. ¿Has visto una persona más alerta, más despierta?
Mónica Tutsi me miró fijo a los ojos y dijo:
Creo que estás loco.
Continué:
Cito los clásicos sólo para mostrar mis conocimientos. Como fui repórter policial, si no lo hiciera no me respetarían los cretinos. Leí miles de libros. ¿Cuántos libros crees que ha leído Peçanha?
Ninguno. ¿La Frederica puede ser negra?
Buena idea. Pero Tesio e Hipólito tienen que ser blancos.
Nathanael. Yo amo, un amor prohibido, un amor vedad. Amo a otro hombre. Y él también me ama. Pero no podemos andar por la calle de la mano, como los demás, besarnos en los jardines y en los cines, como los demás, tumbarnos abrazados en la arena de las playas, como los demás, bailar en las boites, como los demás. No podemos casarnos, como los demás, y juntos enfrentar la vejez, la enfermedad y la muerte, como los demás. No tengo fuerzas para resistir y luchar. Es mejor morir. Adiós. Ésta es mi última carta. Manda decir una misa por mí. Pedro Redgrave.
Respuesta: ¿Qué es eso, Pedro? ¿Vas a desistir ahora que encontraste tu amor? Osear Wilde sufrió el demonio, fue desmoralizado, ridiculizado, humillado, procesado, condenado, pero aguantó la embestida. Si no puedes casarte, arrímate. Hagan testamento, uno a favor del otro. Defiéndanse. Usen la ley y el sistema en su beneficio. Sean, como los demás, egoístas, encubridores, implacables, intolerantes e hipócritas. Exploten. Expolien. Es legítima defensa. Pero, por favor, no hagan ninguna locura.
Mandé la carta y la respuesta a Peçanha. Las cartas sólo eran publicadas con su visto bueno.
Mónica Tutsi apareció con una muchacha.
Ésta es Mónica, dijo Mónica Tutsi.
Qué coincidencia, dije.
¿Qué coincidencia, qué?, preguntó la muchacha Mónica.
Que tengan el mismo nombre, dije.
¿Se llama Mónica?, preguntó Mónica apuntando al fotógrafo.
Mónica Tutsi. ¿Tú también eres Tutsi?
No. Mónica Amelia.
Mónica Amelia se quedó royendo una uña y mirando a Mónica Tutsi.
Tú me dijiste que tu nombre era Agnaldo, dijo ella.
Allá afuera soy Agnaldo. Aquí dentro soy Mónica Tutsi.
Mi nombre es Clarice Simone, dije.
Mónica Amelia nos observó atentamente, sin entender nada. Veía dos personas circunspectas, demasiado cansadas para bromas, desinteresadas del propio nombre.
Cuando me case mi hijo, o mi hija, va a llamarse Hei Psiu, dije.
¿Es un nombre chino?, preguntó Mónica.
O bien Fiu Fiu, silbé.
Te estás volviendo nihilista, dijo Mónica Tutsi, retirándose con la otra Mónica.
Nathanael. ¿Sabes lo que es dos personas que se gustan? Éramos nosotros dos, María y yo. ¿Sabes lo que es dos personas perfectamente sincronizadas? Éramos nosotros dos, María y yo. Mi plato predilecto es arroz, frijoles, col a la mineira, farofa y chorizo frito. ¿Imaginas cuál era el de María? Arroz, frijoles, col a la mineira, farofa y chorizo frito. Mi piedra preciosa preferida es el Rubí. La de María, verás, era también el Rubí. Número de la suerte, el 7; color, el Azul; día, el Lunes; película, del Oeste; libro, El Principito; bebida, Cerveza; colchón, el Anatón; equipo, el Vasco da Gama; música, la Samba; pasatiempo, el Amor; todo igualito entre ella y yo, una maravilla. Lo que hacíamos en la cama, muchacho, no es para presumir, pero si fuera en el circo y cobráramos la entrada nos hacíamos ricos. En la cama ninguna pareja jamás fue alcanzada por tanta locura resplandeciente, fue capaz de performance tan hábil, imaginativa, original, pertinaz, esplendorosa y gratificante como la nuestra. Y repetíamos varias veces por día. Pero no era sólo eso lo que nos unía. Si te faltara una pierna continuaría amándote, me decía. Si tú fueras jorobada no dejaría de amarte, respondía yo. Si fueras sordomudo continuaría amándote, decía ella. Si tú fueras bizca no dejaría de amarte, yo respondía. Si estuvieras barrigón y feo continuaría amándote, decía ella. Si estuvieras toda marcada de viruela no dejaría de amarte, yo respondía. Si fueras viejo e impotente continuaría amándote, decía ella. Y estábamos intercambiando estos juramentos cuando un deseo de ser verdadero me golpeó, hondo como una puñalada, y le pregunté, ¿y si no tuviera dientes, me amarías?, y ella respondió, si no tuvieras dientes continuaría amándote. Entonces me saqué la dentadura y la puse encima de la cama, con un gesto grave, religioso y metafísico. Quedamos los dos mirando la dentadura sobre la sábana, hasta que María se levantó, se puso un vestido y dijo, voy a comprar cigarros. Hasta hoy no ha vuelto. Nathanael, explícame qué fue lo que sucedió. ¿El amor acaba de repente? ¿Algunos dientes, miserables pedacitos de marfil, valen tanto? Odontos Silva.
Cuando iba a responder apareció Jacqueline y dijo que Peçanha me estaba llamando.
En la oficina de Peçanha había un hombre con gafas y patillas.
Éste es el Dr. Pontecorvo, que es…, ¿qué es usted realmente?, preguntó Peçanha.
Investigador motivacional, dijo Pontecorvo. Como iba diciendo, hacemos primero un acopio de las características del universo que estamos investigando. Por ejemplo: ¿quiénes son los lectores de Mujer? Vamos a suponer que es mujer y de la clase C. En nuestras investigaciones anteriores ya estudiamos todo sobre la mujer de la clase C, dónde compra sus alimentos, cuántas bragas tiene, a qué hora hace el amor, a qué horas ve la televisión, los programas de televisión que ve, en suma, un perfil completo.
¿Cuántas bragas tiene?, preguntó Peçanha.
Tres, respondió Pontecorvo, sin vacilar.
¿A qué hora hace el amor?
A las veintiuna treinta, respondió Pontecorvo con prontitud.
¿Y cómo descubren ustedes todo eso? ¿Llaman a la puerta de doña Aurora, en el conjunto residencial del INPS, abre la puerta y ustedes le dicen a qué hora se echa su acostón? Escucha, amigo mío, estoy en este negocio hace veinticinco años y no necesito a nadie para que me diga cuál es el perfil de la mujer de la clase C. Lo sé por experiencia propia. Ellas compran mi diario, ¿entendiste? Tres bragas… Ja!
Usamos métodos científicos de investigación. Tenemos sociólogos, psicólogos, antropólogos, especialistas en estadísticas y matemáticos en nuestro staff, dijo Pontecorvo, imperturbable.
Todo para sacar dinero a los ingenuos, dijo Peçanha con no disimulado desprecio.
Además, antes de venir para acá, recogí algunas informaciones sobre su diario, que creo pueden ser de su interés, dijo Pontecorvo.
¿Y cuánto cuesta?, preguntó Peçanha con sarcasmo.
Se la doy gratis, dijo Pontecorvo. El hombre parecía de hielo. Hicimos una miniinvestigación sobre sus lectores y, a pesar del tamaño reducido de la muestra, puedo asegurarle, sin sombra de duda, que la gran mayoría, la casi totalidad de sus lectores, está compuesta por hombres, de la clase B.
¿Qué?, gritó Peçanha.
Eso mismo, hombres, de la clase B.
Primero, Peçanha se puso pálido. Después se fue poniendo rojo, y después violáceo, como si lo estuvieran estrangulando, la boca abierta, los ojos desorbitados, y se levantó de su silla y caminó tambaleante, los brazos abiertos, como un gorila loco en dirección a Pontecorvo. Una imagen impactante, incluso para un hombre de acero como Pontecorvo, incluso para un ex-repórter policial. Pontecorvo retrocedió ante el avance de Peçanha hasta que, con la espalda en la pared, dijo, intentando mantener la calma y compostura: Tal vez nuestros técnicos se hayan equivocado.
Peçanha, que estaba a un centímetro de Pontecorvo, tuvo un violento temblor y, al contrario de lo que yo esperaba, no se tiró sobre el otro como un perro rabioso. Agarró sus propios cabellos y comenzó a arrancárselos, mientras gritaba: farsantes, estafadores, ladrones, aprovechados, mentirosos, canallas. Pontecorvo, ágilmente, se escabulló en dirección a la puerta, mientras Peçanha corría tras él arrojándole los mechones de pelo que había arrancado de su propia cabeza. ¡Hombres! ¡Hombres! ¡Clase B!, graznaba Peçanha, con aire alocado.
Después, ya totalmente sereno —creo que Pontecorvo huyó por las escaleras—, Peçanha, nuevamente sentado detrás de su escritorio, me dijo: Es a ese tipo de gente a la que el Brasil está entregado, manipuladores de estadísticas, falsificadores de informaciones, patrañeros con sus computadoras creando todos la Gran Mentira. Pero conmigo no podrán. Puse al hipócrita en su sitio, ¿o no?
Dije cualquier cosa, concordando. Peçanha sacó la caja de mata-ratas del cajón y me ofreció uno. Permanecimos fumando y conversando sobre la Gran Mentira. Después me dio la carta de Pedro Redgrave y mi respuesta, con su visto bueno, para que la llevara a composición.
En mitad del camino verifiqué que la carta de Pedro Redgrave no era la que yo le había enviado. El texto era otro:
Apreciado Nathanael, tu carta fue un bálsamo para mi corazón afligido. Me dio fuerzas para resistir. No haré ninguna locura, prometo que…
La carta terminaba ahí. Había sido interrumpida en la mitad. Extraño. No entendí. Había algo equivocado.
Fui a mi mesa, me senté y comencé a escribir la respuesta al Odontos Silva:
Quien no tiene dientes tampoco tiene dolor de dientes. Y como dijo el héroe de la conocida pieza Mucho ruido y pocas nueces, nunca hubo un filósofo que pudiera aguantar con paciencia un dolor de dientes. Además de eso, los dientes son también instrumentos de venganza, como dice el Deuteronomio: ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. Los dientes son despreciados por los dictadores. ¿Recuerdas lo que dijo Hitler a Mussolini sobre un nuevo encuentro con Franco?: Prefiero arrancarme cuatro dientes. Temes estar en la situación del héroe de aquella obra Todo está bien si al final nadie se equivoca, sin dientes, sin gusto, sin todo. Consejo: ponte los dientes nuevamente y muerde. Si la dentellada no fuera buena, da puñetazos y puntapiés.
Estaba en la mitad de la carta del Odontos Silva cuando comprendí todo. Peçanha era Pedro Redgrave. En vez de devolverme la carta en que Pedro me pedía que mandara rezar una misa y que yo le había entregado junto con mi respuesta hablando sobre Oscar Wilde, Peçanha me entregó una nueva carta, inacabada, ciertamente por equivocación, y que debía de llegar a mis manos por correo.
Cogí la carta de Pedro Redgrave y fui a la oficina de Peçanha.
¿Puedo entrar?, pregunté.
¿Qué hay? Entra, dijo Peçanha.
Le entregué la carta de Pedro Redgrave. Peçanha leyó la carta y advirtiendo el equívoco que había cometido, palideció, como era su natural. Nervioso, revolvió los papeles de su mesa.
Todo era una broma, dijo después, intentando encender un puro. ¿Estás disgustado?
En serio o en broma, me da lo mismo, dije.
Mi vida da para una novela…, dijo Peçanha. Esto queda entre nosotros, ¿de acuerdo?
Yo no sabía bien lo que él quería que quedara entre nosotros, que su vida daba para una novela o que él era Pedro Redgrave. Pero respondí:
Claro, sólo entre nosotros.
Gracias, dijo Peçanha. Y dio un suspiro que cortaría el corazón de cualquiera que no fuera un ex-repórter policial.

sábado, 22 de agosto de 2015

RICARDO ALBERTO BUGARÍN (General Alvear, Mendoza, 1962)

FE DE ERRATA

El egiptólogo me dijo que lo mío era un problema de jeroglíficos. Una falta ortográfica, digamos. Parece que hay que eliminar, por ahí, algunas líneas de un ojo y hay que subsanar, por allí, algunas ríspideces porque de lo contrario, cuando me descifren, en lugar de un canto de amor del limo y del ibis en arrullo, se van a encontrar con una puteada ontológica.

De “Inés se turba sola” (2015)

viernes, 21 de agosto de 2015

GILDA MANSO (Buenos Aires, 1983)

ESPÍRITUS

Mi gato puede ver espíritus. De la nada, de golpe, mira un punto fijo en el aire, corre, salta y atrapa algo que yo no veo.  
En las tardecitas de verano subimos a la terraza; yo tomo mate y él juega con algunas almas que deambulan por ahí hasta que, cansado, me mira fijo, trota, salta, se acomoda en mis piernas y se duerme tranquilo.
A mí me atrapó hace rato.

De “Flora y Fauna” (2015)

jueves, 20 de agosto de 2015

HANS MAGNUS ENZENSBERGER (Alemania, Kaufbeuren, 1929)

DECLARACIÓN DE PÉRDIDAS

Perder el pelo, perder la calma,
¿me explico?, perder el tiempo,
librar una batalla perdida,
perder el peso y esplendor, perdón, no importa,
perder puntos, déjame terminar de una vez,
perder la sangre, perder al padre y a la madre,
perder el corazón, hace tiempo perdido
en Heidelberger, y ahora otra vez,
sin parpadear, el encanto de la novedad,
olvídalo, perder los derechos civiles,
me doy cuenta,
perder la cabeza, por favor,
si no puede evitarse, 
perder el Paraíso Perdido, y qué más
el empleo, al Hijo Pródigo,
perder la cara, que le vaya bien,
dos Guerras Mundiales, una muela,
tres kilos de sobrepeso,
perder, perder, y volver a perder, 
hasta las ilusiones perdidas hace tanto tiempo,
y qué, no desperdiciemos una palabra más 
en la tarea perdida del amor, digo que no,
perder de vista la vista perdida,
la virginidad, qué lástima, las llaves,
qué lástima, perderse en la multitud,
perderse en las ideas, déjame terminar,
perder la mente, el último céntimo,
no importa, termino en un momento,
las causas perdidas, toda sensación de bochorno,
todo, golpe a golpe,
¡ay!, hasta el hilo del relato,
el carnet de conducir, las ganas.

miércoles, 19 de agosto de 2015

ALEJANDRA BEKER (Buenos Aires, 1965)

¿Y cuándo voy a mirarte desnudo? Y darte besos…
Tengo una mordida por dentro que me arrastra.
 
Me gusta jugar a jugar, me gustan las canciones,
me gusta la postal que podríamos hacer sobre la cama,
fuera de marco y fuera de cuadro, pero deliciosa.
 
En fin.
 
Y vos dibujándome a mano alzada, hasta el ombligo ida y vuelta.
Aguanto la abstinencia del abrazo,
de los orgasmos que vienen envueltos en abrazos.
 
Y digo todo el tiempo que quiero y quiero.
Quiero un beso que me despegue del suelo, un beso con franela.
Un beso profundo. Un beso humano.
Descaradamente humano.
Profundamente descarado.
Un beso que me robe el aliento y me deje tu sabor que me falta,
y que me desconoce.
Un beso de medianoche,
un beso ladrón que cometa todas las desobediencias posibles
en mi cuerpo,
un beso condenado a perpetua.
Un beso de lengua, incorrecto.
Un beso que me haga temblar acá abajo
y al cual no pueda responder más que
con otro beso de esos…
 
De “Mozo, otra soledad, por favor” (2013)