Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

sábado, 31 de octubre de 2015

SILVINA OCAMPO (Buenos Aires, 1903-1993)


SI LA VERDAD SE VUELVE UNA MENTIRA
 
Si la verdad se vuelve una mentira,
si se vuelve dolor la dicha aviesa,
si se vuelve alegría la tristeza
con sus falsas promesas cuando expira,

si la virtud a la cual en vano aspira
mi vida frustra la habitual promesa,
si el corazón de odio o de amor me pesa
y al helarse cual mármol, aún suspira.

Si no pude enmendarme al recibir
la ingratitud de los que más he amado
ni pude ensombrecerme al eximir

de mi cariño a los que me han colmado,
será porque los dioses me han herido
del inocente horror de haber nacido.

viernes, 30 de octubre de 2015

MARCO DENEVI (1922-1998)

 
PELIGRO DE LAS EXCEPCIONES
 
Sentado en el umbral de mi casa, vi pasar a Lázaro, todavía con el sudario puesto en medio de una multitud que lo aclamaba. Después que la muchedumbre se alejó, vi pasar a un joven en ligero estado de putrefacción. Después, a una mujer embalsamada. Tras la mujer pasó un esqueleto pelado aunque con anillos en las falanges. Al ver que se aproximaba un hombre sin cabeza le pregunté qué significaba todo aquel desfile. Si bien el hombre no tenía cabeza me contestó muy atento: “Cuando suspendieron momentáneamente la ley para que Lázaro saliera, nosotros aprovechamos la suspensión y salimos también. Somos muchos. Mire”. Miré y vi que por el camino avanzaba la columna de los resucitados. La atmósfera se había vuelto irrespirable.

LECTURA GASEOSA

12185611 10206580775650375 2108033819 o

Ver más fotos.

 

Biblioteca Sarmiento agradece al público asistente a la jornada de LECTURA GASEOSA que, a pesar de la lluvia, pudo realizarse en nuestra Sala “Libertad Sad de Toujas” y así poder compartir una actividad más de nuestra  Agenda Cultural.

En la oportunidad se contó con la presencia de autores leyendo sus textos y así fue como se pudieron conocer producciones literarias de: Gabriela Chiapa, Milton Echeverria, Dana Lima, Tatiana Iriarte, Pablo Pérez, Gabriel Vílchez, Ruth Potanski, Ricardo Bugarín y Sabrina Barrego.

 

Igualmente se agradece la participación de la fotógrafa Noelia Suárez que presentó una “tendida de fotos” en cordel, piezas de su última producción.

jueves, 29 de octubre de 2015

HORACIO QUIROGA (Uruguay, Salto,1878- Buenos Aires,1937)

LOS BUQUES SUICIDANTES

Resulta que hay pocas cosas más terribles que encontrar en el mar un buque abandonado. Si de día el peligro es menor, de noche no se ven ni hay advertencia posible: el choque se lleva a uno y otro.
Estos buques abandonados por a o por b, navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento, si tienen las velas desplegadas. Recorren así los mares, cambiando caprichosamente de rumbo.
No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto, han tropezado en su camino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta. Siempre hay probabilidad de hallarlos, a cada minuto. Por ventura las corrientes suelen enredarlos en los mares de sargazo. Los buques se detienen, por fin, aquí o allá, inmóviles para siempre en ese desierto de algas. Así, hasta que poco a poco se van deshaciendo. Pero otros llegan cada día, ocupan su lugar en silencio, de modo que el tranquilo y lúgubre puerto siempre está frecuentado.
El principal motivo de estos abandonos de buque son sin duda las tempestades y los incendios que dejan a la deriva negros esqueletos errantes. Pero hay otras causas singulares entre las que se puede incluir lo acaecido al María Margarita, que zarpó de Nueva York el 24 de Agosto de 1903, y que el 26 de mañana se puso al habla con una corbeta, sin acusar novedad alguna. Cuatro horas más tarde, un paquete, no teniendo respuesta, desprendió una chalupa que abordó al María Margarita. En el buque no había nadie. Las camisetas de los marineros se secaban a proa. La cocina estaba prendida aún. Una máquina de coser tenía la aguja suspendida sobre la costura, como si hubiera sido dejada un momento antes. No había la menor señal de lucha ni de pánico, todo en perfecto orden; y faltaban todos. ¿Qué pasó?
La noche que aprendí esto estábamos reunidos en el puente. Íbamos a Europa, y el capitán nos contaba su historia marina, perfectamente cierta, por otro lado.
La concurrencia femenina, ganada por la sugestión del campo de batalla presente, oía estremecida. Las chicas nerviosas prestaban sin querer inquieto oído a la voz de los marineros en proa. Una señora recién casada se atrevió:
-¿No serán águilas?...
El capitán se sonrió bondadosamente:
-¿Qué, señora? ¿Águilas que se lleven a la tripulación?
Todos se rieron y la joven hizo lo mismo, un poco avergonzada.
Felizmente un pasajero sabía algo de eso. Lo miramos curiosamente. Durante el viaje había sido un excelente compañero, admirando por su cuenta y riesgo, y hablando poco.
-¡Ah! ¡si nos contara, señor! -suplicó la joven de las águilas.
-No tengo inconveniente -asintió el discreto individuo-. En dos palabras -y en los mares del norte, como el María Margarita del capitán- encontramos una vez un barco a vela. Nuestro rumbo -viajábamos también a vela- nos llevó casi a su lado. El singular aire de abandono que no engaña en un buque, llamó nuestra atención, y disminuimos la marcha observándolo. Al fin desprendimos una chalupa; abordo no se halló a nadie, y todo estaba también en perfecto orden. Pero la última anotación del diario databa de cuatro días atrás, de modo que no sentimos mayor impresión. Aún nos reímos un poco de las famosas desapariciones súbitas.
"Ocho de nuestros hombres quedaron abordo para el gobierno del nuevo buque. Viajaríamos de conserva. Al anochecer nos tomó un poco de camino. Al día siguiente lo alcanzamos, pero no vimos a nadie sobre el puente. Desprendiose de nuevo la chalupa, y los que fueron recorrieron en vano el buque: todos habían desaparecido. Ni un objeto fuera de lugar. El mar estaba absolutamente terso en toda su extensión. En la cocina hervía aún una olla con papas.
"Como ustedes comprenderán, el terror supersticioso de nuestra gente llegó a su colmo. A la larga, seis se animaron a llenar el vacío, y yo fui con ellos. Apenas abordo, mis nuevos compañeros se decidieron a beber para desterrar toda preocupación. Estaban sentados en rueda y a la hora la mayoría cantaba ya.
"Llegó mediodía y pasó la siesta. A las cuatro, la brisa cesó y las velas cayeron. Un marinero se acercó a la borda y miró el mar aceitoso. Todos se habían levantado, paseándose, sin ganas ya de hablar. Uno se sentó en un cabo y se sacó la camiseta para remendarla. Cosió un rato en silencio. De pronto se levantó y lanzó un largo silbido. Sus compañeros se volvieron. Él los miró vagamente, sorprendido también, y se sentó de nuevo. Un momento después dejó la camiseta en el cabo arrollado, avanzó a la borda y se tiró al agua. Al sentir el ruido, los otros dieron vuelta la cabeza, con el ceño ligeramente fruncido. En seguida se olvidaron, volviendo a la apatía común.
"Al rato otro se desperezó, restregose los ojos caminando, y se tiró al agua. Pasó media hora; el sol iba cayendo. Sentí de pronto que me tocaban en el hombro.
"-¿Qué hora es?
"-Las cinco -respondí.
"El viejo marinero me miró desconfiado, con las manos en los bolsillos, recostándose enfrente de mí. Miró largo rato mi pantalón, distraído. Al fin se tiró al agua.
"Los tres que quedaban se acercaron rápidamente y observaron el remolino. Se sentaron en la borda, silbando despacio, con la vista perdida a lo lejos. Uno se bajó y se tendió en el puente, cansado. Los otros desaparecieron uno tras otro. A las seis, el último se levantó, se compuso la ropa, apartose el pelo de la frente, caminó con sueño aún, y se tiró al agua.
"Entonces quedé solo, mirando como un idiota el mar desierto. Todos, sin saber lo que hacían, se habían arrojado al mar, envueltos en el sonambulismo moroso que flotaba en el buque. Cuando uno se tiraba al agua, los otros se volvían momentáneamente preocupados, como si recordaran algo, para olvidarse en seguida. Así habían desaparecido todos, y supongo que lo mismo los del día anterior, y los otros y los de los demás buques. Esto es todo."
Nos quedamos mirando al raro hombre con excesiva curiosidad.
-¿Y usted no sintió nada? -le preguntó mi vecino de camarote.
-Sí, un gran desgano y obstinación de las mismas ideas, pero nada más. No sé por qué no sentí nada más. Presumo que el motivo es este: en vez de agotarme en una defensa angustiosa y a toda costa contra lo que sentía, como deben de haber hecho todos, y aún los marineros sin darse cuenta, acepté sencillamente esa muerte hipnótica, como si estuviese anulado ya. Algo muy semejante ha pasado sin duda a los centinelas de aquella guardia célebre, que noche a noche se ahorcaban.
Como el comentario era bastante complicado, nadie respondió. Se fue al rato. El capitán lo siguió un rato de reojo.
-¡Farsante! -murmuró.
-Al contrario -dijo un pasajero enfermo, que iba a morir a su tierra-. Si fuera farsante no habría dejado de pensar en eso, y se hubiera tirado al agua.

miércoles, 28 de octubre de 2015

MARÍA ELENA WALSH (1930-2011)

SERENATA PARA LA TIERRA DE UNO
 
Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy.
Por todo y a pesar de todo
yo quiero vivir en vos.


Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.


Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos.
Porque le diste reparo al desarraigo
de mi corazón.


Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable,
mi amor, yo quiero vivir en vos.


Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor,
y odiar a los que te castigan, mi amor,
yo quiero vivir en vos.


martes, 27 de octubre de 2015

LUIS ALBERTO TABORDA (La Rioja, 1953)

EL INVENTOR DE LA PÓLVORA

Es una pena que nadie recuerde el nombre del inventor de la pólvora. Imagino que fue un visionario, un habitante de alguna remota aldea china de hace por lo menos 5.000 años. Supongamos que se llamó Chu Lai y que tuvo la ocurrencia de unir nitrato de potasio con carbón y con azufre, pensando que su experimento era otra inocentada. Puro fuego fatuo. Separó una buena porción, la dispuso en un cucurucho de papel y le acercó, sonriente, ceremonioso y delicado, un tizón encendido. Entonces vio, ¡Vio!
Y fue lo último que vio.

lunes, 26 de octubre de 2015

ALESSANDRO BARICCO (Italia, Turín, 1958)

EL ASUNTO ESE DE LOS CUADROS
 
 Siempre me ha sorprendido el asunto ese de los cuadros. Están colgados durante años, después, sin que pase nada, pero nada de nada, zas, al suelo, se caen. Están ahí, colgados del clavo, nadie les dice nada, pero ellos, en cierto momento, zas, se caen al suelo, como piedras. En el silencio más absoluto, con todo inmóvil a su alrededor, ni tan siquiera una mosca que se mueva, y ellos: zas. No hay una causa. ¿Por qué precisamente en ese instante? No se sabe. Zas. ¿Qué le ocurre a un clavo para que decida que ya no puede más? ¿Tiene él también un alma, el pobrecillo? ¿Toma decisiones? Habló largamente sobre el tema con el cuadro, estaban indecisos sobre cómo actuar, hablaban de ello todas las noches, desde hacía años. Después decidieron una fecha, una hora, un minuto, un instante, ya está, zas. O los dos lo sabían ya desde un buen principio, ya estaba todo preparado: mira, yo me largo dentro de siete años, por mí está bien, de acuerdo, pues entonces quedamos para el trece de mayo, vale, hacia las seis, pongamos las seis menos cuarto, de acuerdo, pues buenas noches, hasta entonces. Siete años después, un trece de mayo, a las seis menos cuarto: zas.


domingo, 25 de octubre de 2015

IRENE GRUSS (Buenos Aires, 1950)

VENTURA
 
Muleta o amuleto
la aventura
así debió ser
el ritmo
y fue
más que una cadencia
desfloración
y un desprendimiento.


sábado, 24 de octubre de 2015

VICENTE HUIDOBRO (Chile, Santiago de Chile, 1893-Cartagena, 1948)

PARA LLORAR

 

Es para llorar que buscamos nuestros ojos

Para sostener nuestras lágrimas allá arriba

En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas

Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día

Y sobre nuestra memoria de carne

Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada junto a la novia

Escondemos nuestra voz de todas las noches

Porque acarreamos la desgracia

Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras

Respiramos más suavemente que el cielo en el molino

Tenemos miedo

 

Nuestro cuerpo cruje en el silencio

Como el esqueleto en el aniversario de su muerte

Es para llorar que buscamos palabras en el corazón

En el fondo del viento que hincha nuestro pecho

En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

 

La muerte está atornillada a la vida

Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar

Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada

Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria

Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable

El viento abre los ojos de los ciegos

Es para llorar para llorar


Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces

Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras

Paloma de nube y de noche

De nube en nube y de noche en noche

Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro

Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido

 

Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios

Es para poder llorar es para poder llorar

Porque las lágrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

 

Es para llorar que la vida es tan corta

Es para llorar que la vida es tan larga

 

El alma salta de nuestro cuerpo

Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes

La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles

La noche llega a paso de montaña

Sobre el piano donde el árbol brota

Con sus mercancías y sus signos amargos

Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo

La ciudad cae en el saco de la noche

Desvestida de gloria y de prodigios

El mar abre y cierra su puerta

Es para llorar para llorar

Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

 

Es para llorar que buscamos la cuna de la luz

Y la cabellera ardiente de la dicha

Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma

Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes

En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana

 

Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia

Y que no apagamos el fuego del cerebro

 

Es para llorar que la muerte es tan rápida

Es para llorar que la muerte es tan lenta

 

viernes, 23 de octubre de 2015

PAUL CELAN (Rumania, Czernowitz, 1920- Francia, Paris, 1970)


Hacer
algo,
hacer
algo,
en la altura, en la
profundidad.
Algo, en la tierra.

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ (Buenos Aires, 1900.1978)

LA CIUDAD SIN LAURA
 
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una
profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un
nombre y este nombre me acompaña.
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz
enamorada.
No puede haber nada tan fuerte como una voz
cuando esa voz es la del alma.
En el sonido con que suena siento el sonido de
una música lejana.
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de
una remota llamarada.
 

Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.
Para poblar este desierto me basta y sobra con
decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este
desierto es el de Laura.
 

Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer
las ilumina.
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en
que estaban sumergidas.
Una por una recuperan su resplandor espiritual y
resucitan.
Una por una se levantan con el candor y la belleza
que teman.
La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso
se disipa.
Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin
palabras tiene vida.
Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las
noches y los días.
 

El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta
melodía.
Mi vida entera permanece porque este nombre que
recuerdo no me olvida.
Porque este nombre me sostiene con emoción desde su
tierna lejanía.
 

Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda
que el silencio.
Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible
como el viento.
Se conocía que vivía por la canción que lo tenía
prisionero.
Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo
estaba muerto.
Le pesadumbre de las horas era mas íntima que nunca
en aquel tiempo.
Porque las noches eran largas; porque los días de las noches
eran lentos.
La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas
en el cielo.
El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón
estaba seco.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio
en el desierto ?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña
desde lejos?
 

Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la mano.
Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora
vive atado.
Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy
cantando.
Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido
ni lejano.
La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el corazón
del ser amado ?
La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se quema
sin descanso ?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden
separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto
del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va
borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni
sobresalto.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Agenda cultural Octubre

EN OCTUBRE

VUELVE EL CICLO

“LECTURA GASEOSA”

AUTORES LEYENDO SUS TEXTOS

 

Sábado 24 de Octubre – Hora 19

Sala “Libertad Sad de Toujas

Piérola 267

Entrada libre y gratuita

¿Vas a venir?

 

Se contará con la presencia y lectura de: Gabriela Chiapa, Milton Echeverria, Dana Lima, Tatiana Iriarte, Pablo Pérez, Gabriel Vílchez, Ruth Potansky, Ricardo Bugarín, Alejandro Chiapa y Sabrina Barrego

 

LEÓN FELIPE (España, Tábara, 1884-México D.F., 1968)

EL SALTO
 
Somos como un caballo sin memoria,
somos como un caballo
que no se acuerda ya
de la última valla que ha saltado.
 
Venimos corriendo y corriendo
por una larga pista de siglos y de obstáculos.
De vez en vez, la muerte…
¡el salto!
y nadie sabe cuántas
veces hemos saltado
para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía
para llegar a Dios que está sentado
al final de la carrera…
esperándonos.
Lloramos y corremos,
caemos y giramos,
vamos de tumbo en tumba
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.

martes, 20 de octubre de 2015

PABLO ANADÓN (Villa Dolores, Córdoba, 1963)


DESPETAR CON LLUVIA
 
Despertar al murmullo
De la lluvia en el patio. 
 
Inmóvil al arrullo
De la almohada soñar
Con los juegos del día
Hasta oír una voz
Cálida en la cocina
Y el aroma del mate
Cocido y las tostadas. 
 
Darnos vuelta en la almohada
Para no despertar. 

lunes, 19 de octubre de 2015

GILDA MANSO (Buenos Aires, 1983)

UNA MALA TEMPORADA
 
Mientras sobrevolaba el desierto, el buitre vio que algo agonizaba allá abajo. El buitre se alegró: era una mala temporada y hacía tiempo que no probaba  bocado. Comenzó a descender sin perder de vista a su presa, y tal vez fue debido a su total concentración que no percibió que el descenso se convertía en caída, y nunca se enteró que al estrellarse contra su propia sombra, ésta dejó de agonizar.
 
De “Flora y fauna” (2015)