¿Y el botón?
Hasta que llega de noche
el botoncito canchero,
nácar de luz la sonrisa,
media flor en el sombrero.
Y todos quieren saber
qué riesgos ha desafiado,
qué monstruos lo han perseguido,
¡pobre botón extraviado!
Pero el botón, calladito,
se sonríe de costado,
como suele sonreír
un botón enamorado.
Y se columpia en un hilo,
y se acomoda la flor,
y sube a ocupar su puesto
silbando un silbo de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario