SONETO EPILOGAL
Este decaimiento y mi caída
no son renuncia, fuga ni derrota,
son tan sólo el efecto de la cuota
de disonancias propias de una vida
antes iluminada, defendida
luego con pocas luces y la nota
de una canción golpeada tras la rota
ilusión de llamar sin ser la oída
palabra del amor. ¡Pobre mendigo!.
Cansado me sostengo, ya es conmigo
la sombra de ese sueño verdadero
donde se unen los tiempos y el sendero
se torna nube, río, dulce amigo,
el viento, la canoa, el pasajero…
HORACIO ESTEBAN RATTI
AQUÍ
Aquí es –dijo el hombre y le dijeron
-No señor. Más allá –y siguió su marcha.
-Es aquí –dijo el hombre y la dijeron
-Llegó tarde, señor. Que Dios lo ayude.
El cuerpo quedó en medio del camino
y el alma, temerosa, preguntó
-¿Aquí será, Dios mío?
CESAR CORTE CARRILLO
Nota: Los textos seleccionados fueron tomados de la edición “Suplemento Dominical” de Diario “La Prensa”, Buenos Aires, 2 de Agosto de 1987.
No hay comentarios:
Publicar un comentario