PARA COMPARTIR: LECTURAS DE ARCHIVO - Verano XXVII
CANCIÓN CUYANA
Oh amor de álamos y viñas,
canto de acequia y racimo,
te veo cuando me besas
bajo el saucedal vecino.
Déjate beber, muchacha,
como un mosto del destino
se va la vida en el aire
tan breve como un suspiro
Quiero tu dicha cargada
de mieles y de peligros,
rubio colmenar que vive
entre rosas y racimos.
Ay, no descuelgues la luna
que se muere mi delirio,
mujer de nardos y espadas,
duende de sol de mi vino.
Ay, me voy hacia los campos
para conversar contigo,
¡quiero verte entre los pámpanos
siempre joven, toda en vilo!
La luna vuelve a su trono
de trébol y de aluminio,
mi sentimiento se encumbra
sobre montes y eucaliptos.
El agua crece en la noche
dulce y sonora en el río,
hay murmullos en la sombra
y mucho metal de grillos.
¿Qué hago con este canto
que se quiebra hilo a hilo,
con la ternura embrujada
por tu belleza de trigo?
Ay, no me dejes sediento
en mitad de los caminos,
hasta las piedras pudieran
reprocharte este desvío.
Dame tu fruta, muchacha,
tu cargazón de racimos,
¡un día habrás de romperte
como si fueras de vidrio!.
RICARDO TUDELA
Nota: El texto seleccionado fue tomado de la edición Suplemento cultural de Diario “Los Andes”, Mendoza, 20 de Marzo de 1983.
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