FÁBULA DE LOS ÁRBOLES DE MI CIUDAD
a mi hija María Haydée,
que fue como ellos,
un ramaje de paciencia y dulzura.
¿En qué aire andará?
Para mí que fue una noche
que entraron sigilosamente a la ciudad
y se quedaron aquí para siempre.
Quizás para escribir el nombre de las estaciones,
o por esa piedad que tienen los árboles
cuando el aire está solo.
O piedad de nosotros.
Acaso no es que sea menos triste
una ciudad arrodillada bajo la lluvia.
o dejar caer una sombra
sobre los ardientes balcones del verano,
o los amantes
para que recuerden que también estuvieron solos
antes que les viniera el amor como una arboleda.
Dicen que vinieron con los hombres.
Quizás sea cierto, pero los hombres olvidan
que antes ellos fueron un sueño del agua.
Por eso creo la mía, la que le escuché al viento.
El primero que los cantó.
La luna los estaba esperando.
Después vinieron los pájaros.
MARIO L. PADÍN
Nota: El texto seleccionado fue tomado de la edición Suplemento “Mendoza Cultural”, Año III, No.123 de Diario “Mendoza”, Mendoza, 4 de Octubre de 1981.
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