SINONIMIA IMPOSIBLE
Este niño de junio y aceras imprevistas,
me ha pedido un durazno.
Traía en las mejillas la pincelada púrpura del frío
y en los ojos confiados
dos versiones pulposas y redondas
de dulce expectativa.
Yo no he podido hablarle del verano,
ni de la rigidez de un calendario de soles y de climas
que decreta los frutos.
Simplemente he callado.
He sentido temor de herir su anhelo
estafando durazno con naranjas.
¿Y qué podría decirle a aquel anciano
si me pidiera el sitio que creyó que ganaba
cuando a su lozanía de existencia
bastaba la herramienta de sus brazos?
¿O al joven sostenido de fervor y esperanzas
si al arribar al último peldaño
de una escala de libros entusiastas
con cándido derecho me reclama
su posesión del mundo?
No hay sinonimia que aproxime duraznos y naranjas;
esfuerzo y senectud desguarnecida;
esperanza tenaz e incertidumbre desnuda de mañana…
salvo la cercanía etimológica que, a fuerza de cinismo,
une sustituciones con estafa.
Callar es una forma de rendirse…
VILMA VEGA
Nota: El texto seleccionado fue tomado de la edición Suplemento cultural de Diario “Los Andes”, Mendoza, 27 de Septiembre de 1992.
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