LA ÚLTIMA COLUMNA
Algunas veces caen
las columnas del templo,
menos una, ,
y esta sola soporta
la fachada con tristes ornamentos
de ciervos y de peces,
inmersión, cacería
que la lluvia destiñe
hasta la herrumbre.
A veces alguien sabe
que se hundió en otro tiempo
la última columna.
Habita bajo el templo,
se cobija
y levanta los brazos como un grito
hacia dioses sin techo
y haladas intemperies
de lunas y relámpagos.
Otras veces sucede
que nadie sabe nada.
Entonces, por si acaso,
erige de los pies a la cabeza
una columna frágil
-como de cal o arena-,
se apoya por milagro
en ese su equilibrio
milagroso,
y se mira a un espejo,
apenas un segundo,
para verse de píe,
tan firme como antes,
erecto y desvalido
todavía.
FEDERICO PELZTZER
ELOGIO DEL PAN
Puro del fuego atávico del horno,
crujiente de sabrosa tostadura,
el tenso corazón de levadura
agrieta la corteza con su torno.
Descartado del rústico retorno
a la espiga primaria, a la madura
templanza de los soles, conjetura
una muerte cereal en su contorno.
Crece en la mano dadivosa, liga
los espíritus nobles, resplandece
en la hostia sagrada de la miga.
Cumplido su destino, ya no pesa
en el ritual. No obstante, permanece
en átomos de luz sobre la mesa.
LUIS RICARDO FURLAN
Nota: Los textos seleccionados fueron tomados de la revista “Comunicación y cultura”, Año I, No.I, Buenos Aires, Enero-Febrero 1981.
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