A OTRA MÚSICA YA OTRA VIVIDA
(EN UN ALTO DEL TREN)
Rubio acordeón, compendio del verano;
Musiquilla carnal y volandera:
Aquella prisa que abrevó a tu vera
¡Cual su acero ablandó bajo tu mano!
Flor en esquivo leño
-zarzal la tarde, tú la oculta rosa-
que sus horas brotaron.
Sueño con tanta dimensión de sueño
que aun la estación de Sarandí y su prosa
anclas de realidad por ti levaron.
¿De qué escondidas fuentes,
por qué cauce profundo
venías hasta el mundo
de las gentes?
¡Lazo que agavilló por un segundo
aquel haz de destinos diferentes!
Antes que el tiempo conociera nombres:
¿Soñarías en vano?
¿Desde cuándo fluía tu desgano
llorado –siglo a siglo- por los hombres?
Sorda esperanza en nadie esperanzada
buscando un alma con tu alado paso;
leve estría de siesta en el ocaso,
eco estival, sonora miel pausada
Recuerdo, y en ti sola recordada.
¿Vieron los otros como el alma mía
tu raíz que se hundía
buscando el infinito, y de qué suerte
por la celeste cueva
entrabas en el túnel de la muerte
dando a otra claridad igual y nueva?
Áspera realidad que serenaba
-duro cristal que se ablandó a tu quilla-
tu música sencilla.
¿Qué anillo de centurias se cerraba?
y en tanto se oía:
¿Qué curva de eternidad de ti partía?
(Sorda estación, de utilidad te han hecho;
de hierro, precisión, humo y olvido.
Con tu abejorro musical dormido
estaba el sol adentro de tu pecho)
Partí otra vez, como otra vez.
Ya sabes
que en el tiempo no cabes.
Para volver de nuevo a otra vida
con idéntico asombro inexpresable
e igual piedad por el amor transida
por este tu morir inacabable.
EDUARDO GONZALEZ LANUZA
Nota: El texto seleccionado fue tomado de Revista “SUR”, Año VII, No.29 Buenos Aires, Febrero de 1937.
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