QUE SE HAGA EN MÍ
Que se haga en mí según el Verbo,
que el plan se cumpla,
que la semilla transcurra
su parábola
y el árbol tenga el signo exacto
de su fruto.
Que de esta gravidez estremecida,
de esta riqueza desbordante,
de este universo,
las infinitas ramas se conjuguen
en mí.
Que tanta desmesura
próxima al estallido
unifique su hacer en mis raíces.
Que pueda darme y dar
la síntesis del día,
la nota pura,
diáfana,
sincrónica.
Que beba de la fuente de agua viva
el todo en cada gota y su designio
para verterlo luego en la mirada,
el tono de la voz,
la mano,
el gesto,
el rítmico balance de la vida.
Que nada sea para ser en todo.
Que me allegue a la paz
de leche y madre,
de parto, ciclo, y extinción y muerte,
con la suave destreza de
quien viaja
como la luz,
sin prisa y sin destino.
Que pueda darte mi palabra
desceñida de mí,
cálida y pura,
como un pollo pequeño que ha nacido
de su huevo esencial.
Que pueda y pueda y pueda
asumir esta nada que es el todo,
no perder el camino en el atajo,
no morir de alegría,
no desviarme en asombro,
no crecerme en desorden
ciegamente
No pretender ya más, sino el silencio.
NOEMÍ PAZ
ÚLTIMAS CALLES
Vienes,
sombreada de árboles y destino
y luminosa bajo el cielo instantáneo,
y pasas
hacia otras calles
donde,
figuras del olvido,
nos esperamos.
ALEJANDRO NICOTRA
Nota: Los textos seleccionados fueron tomados de la revista “Comunicación y cultura”, Año I, No.2, Buenos Aires, Marzo-Abril 1981.
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