Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

viernes, 11 de abril de 2014

NORAH LANGE (Buenos Aires 1905-1972)

-Breve Selección-

(De Los días y las noches, 1926)
Vacía la casa donde tantas veces   
las palabras incendiaron los rincones. 
    
La noche se anticipa   
en el plano mudo   
que nadie toca.   
    
 Voy a solas desde un recuerdo a otro   
abriendo las ventanas   
para que tu nombre pueble   
la mísera quietud de esta tarde a solas.   
    
Ya nadie inmoviliza las horas largas y cerradas  
tanto pudor de niña.   
    
Y tu recuerdo es otra casa   
    
Y mis latidos forman una hilera de pisadas   
grande y quieta   
por donde yo tropiezo sola. 
que van desde su puerta hacia el olvido.

II
Ventana abierta sobre la tarde
con generosidad de mano
que no sabe su limosna.
Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.
Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.
Luego, ventana abierta al alba
con rocío de júbilo riendo en sus cristales.
¡Cuántas veces en el sosiego
de su abrazo amplio
dijo mi pena
su verso cansado!

Jornada
(De
 La calle de la tarde,1925)
Aurora
              Lámpara enredada
              en un camino de horizontes.
Después, al mediodía,
               en el aljibe se suicida el sol.
La tarde hecha jirones
               mendiga estrellas.
Las lejanías reciben al sol
               sobre sus brazos incendiados.
La noche se persigna ante un poniente.
Amanece la angustia de una espera
                y aún no es la hora.

Poniente doble
(De
 La calle de la tarde, 1925)

Oscurece. El silencio
De las cosas ya cansadas
Pone apuro en las tinieblas.
Aguardo –entre las sombras–
Corona de palabras tuyas
Para ceñir la espera.
¡Sueños de otros lugares!
Afuera oscurece. Adentro, en el corazón que es grande
Como el tiempo,
Otro poniente nace.
¡Poniente del corazón!
Cumplida ya la luz
Como mi espera.
Somos un mismo poniente,
Adentro, y afuera…

Amanecer
(De La calle de la tarde, 1925)

En el corazón de cada árbol
se ha estremecido la medianoche.
La noche se desmenuza
en lenta procesión de niebla.
Todas las tardes terminan su cansancio.
Los letreros luminosos duermen
el asombro de sus colores
y anticipan la contemplación de cada pobre.
En toda esquina vigila el sueño
y es tu recuerdo la única pena
que humilla la altivez de las aceras.
Lejos, el primer mendigo,
traiciona el portal donde ha dormido.
Y la ciudad se abre como una carta
para decirnos la sorpresa de sus calles.

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