Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

domingo, 1 de junio de 2014

LITERATURA DE MENDOZA “EROS GOURMET” (Selección)

CARO FERNÁNDEZ
CARNE
Si al pasar por una carnicería se descubre recorriendo el labio superior con su lengua, al ver las costeletas montadas una sobre otra. Siente que la tira de morcillas le acelera las pulsaciones; si transpira ante el hueco húmedo y tentador del osobuco, y puede percibir un leve cosquilleo bajo el ombligo. No se preocupe, no es morbo, a todos nos sucede durante Semana Santa.
 
CATEQUESIS
Si al menos hubiese sido un irresistible, descomunal, firme y delicioso chorizo colorado, el libro del Génesis sería mucho más convincente.
 
ÉXTASIS
Convengamos que un placentero momento, de esos en que uno entrecierra los ojos emitiendo sonidos de gozo, deseando que el instante dure para siempre, solo lo provoca el rojo de la carne; las papas fritas son un simple acompañamiento.
 
DÉBORA BENACOT
CITA DEL 29
El peso de tu cuerpo sobre el mío, qué ensamble natural, maravilloso. Todo fluye, se enrosca y desenrosca. Mi lengua es tobogán por el que tu ser se transporta. Con los dientes reconozco la blanda sumisión de tu piel. En el umbral de la garganta ahogo un grito de placer, casi un espasmo. Aunque acabe tragándote, aunque después de hoy desaparezcas, no podrás negar que estabas en tu salsa.

JUAN MANUEL MONTES
EN CUARESMA
Como si fuera una barra de estripers, sus ojos se le iban hacia la góndola de la carne.
 
FRUTA DE ESTACIÓN
De repente la vi madura, apretada en un escote negro y con un racimo de bucles cayéndole por la espalda, tan mujer y tan dueña de unos labios rojos, húmedos y carnosos.
La invitaría a cenar, pero es más excitante acecharla desde las sombras.
 
LA ÚLTIMA CENA
Nos quedamos charlando hasta que nos encontró la noche. Yo le di mi saco con el que se cubrió sus aligerados hombros. La vi reírse y medio morder su labio cada vez que algo la ruborizaba. La luna se traslucía en sus pupilas mientras yo me emborrachaba con su profundidad. Casi temblando quise darle de comer con mis manos el último grano de uva.
Por un descuido esa uva cayó entre su escote. Yo miré hacia ahí con culpa.
Desde chico me enseñaron a no desperdiciar la comida.

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