Herencias
En la humedad del patio, donde barre la escoba la penumbra que dejaron las hojas tumbadas por el viento, debajo de las ramas de los mangos, junto al tronco más grueso de la tarde, duerme el señor que a veces me llamó por mi nombre. Una mujer desliza su cuerpo con cuidado, mientras las hojas van en pequeños montones a esperar el concilio de las llamas. Ella es blanca y de cabellos muy largos, de ojos entristecidos y una voz muy pequeña donde caben apenas las palabras. Él es un misterio. Moreno como el pulso de la tierra, de cabellos rizados, me recuerda el cauce del río en época de lluvias. Ella vive aquí, éste es su hogar; él está de paso. A ella le gusta sentarse con nosotros a la mesa y hablarnos de su vida de niña. Se la pasa contando cómo es que fue feliz con sus hermanos, de la abundancia que había en las tierras de su padre. Él come a solas y en silencio. Puede golpear o maldecir si alguien lo interrumpe. En las noches se acuestan en la misma cama, hacen planes, olvidan y recuerdan. Cuando amanece, ella llora. Le han pegado en un ojo, tiene la nariz rota. Él no está.
Las aves de la tarde se desprenden, repican las campanas de la iglesia, en las casas la luz de los braseros interrumpe la noche.
Ella es mi madre; él es el ebrio que un día me heredó su nombre.
Nota: Ibán de León nació en Río Grande, Oaxaca, en 1980. Estudió una Licenciatura en Letras Hispánicas. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos (2004) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2009-2011). Se ha desempeñado como editor y corrector de estilo en diarios e instituciones educativas. Escribió durante dos años una columna para la revista Conspiratio. Ha ganado algunos concursos literarios, entre ellos el Premio Nacional de Poesía Tuxtepec 2010, el Premio Nacional de Poesía Sonora 2011, el Premio Sahuayo de Literatura 2012, el Concurso Nacional de Cuentos Campiranos Marte R. Gómez 2012 y los Juegos Florales Anita Pompa de Trujillo 2012.
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