LOS HORNEROS
El invierno caía furioso sobre el bosque y un hornero, aterido, con las alas mojadas, buscaba refugio. Se había pasado el verano cantando con la cigarra, loco de amor por ese bicho vagabundo.
Con un ala endurecida golpeó la puerta de la casa de otro hornero.
Éste le abrió y le contestó con el argumento de las hormigas:
-Tendrías que haber construido una casa, como yo. Si hubieras construido, no estarías muriéndote de frío.
El hornero paria, sabiendo que su colega no le abriría, replicó:
-Necio. Mientras tú hacías esa mísera casita de barro, yo construía el frío. Sí, durante el verano, construí el frío. Y por eso ahora me quedo a morir acá, en mi casa.
Y el otro cerró la puerta.
De “Fábulas salvajes”
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