EL LLANTO
Mi mamá lloraba a la orilla de la cama mientras yo tenía que conjurar el sueño y dormir. No sabía, entonces, las palabras de consuelo y ella dejaba que las lágrimas le cayeran por la cara y le mojaran las piernas.
Ella permanecía mansa ante lo salvaje del llanto. Y yo oscilaba entre la vigilia y la pena.
Así crecimnos.
De: “Placeres cotidianos” (2007)
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