EL POEMA DE MI AMIGA
Cuando leo mi poema
la gente llora, me confiesa. Pero tú no,
me recrimina: yo te he visto, me señala,
tú no lloras, me subraya, tu no lloras
cuando leo mi poema, me recalca.
Me pregunta: ¿Que a ti
no te importa lo que pasa en este país? ¿No
te duelen los muertos?,
¿Los miles de muertos? ¿Las mujeres
violadas? ¿Los migrantes
masacrados? ¿Los secuestrados? ¿Los desaparecidos,
los acallados, los silenciados por la violencia,
por los criminales, por el gobierno, por los militares,
por los medios? Todos
a los que yo doy voz
en mi poema, ¿no te importan?, me pregunta,
me cuestiona, me recrimina, me reclama.
Pero a la gente sí, me explica, me aclara: la gente
aplaude, aplaude
mucho cuando leo mi poema,
la gente llora y aplaude y luego
la gente se me acerca, me dice cosas.
Me susurra: la gente me dice que le gusta mucho
mi poema. Pero tú
no aplaudes, me confronta, o aplaudes poco,
me describe, porque a ti no te importa, me dice, a ti
no te importa, me repite, a ti no te importa,
me insiste, a ti no te importa lo que pasa.
Lo que pasa es que me tienes envidia: me descubre.
Lo que pasa
es que a ti
te hubiera gustado escribir mi poema: me acorrala.
Lo que pasa es que tú no podrías escribirlo:
me vence:
me aplasta:
no podrías escribirlo
porque a ti no te importa lo que pasa.
De: “Poemas de terror y de misterio” (2013)
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