MITOMANÍA
“En el jardín de casa hay duendes”. Siempre la misma cantinela. Era mi mejor amiga, pero no por eso pasaba por alto su mitomanía. Y me contaba que salían de noche y que vivían bajo las piedras. Todas las tardes cuando iba a jugar a su casa. Y yo le decía que no era cierto, que no contara más mentiras. Pero seguía insistiendo. “A veces hablo con ellos”, seguía. Tanto y tan bien me cansó con sus cuentos, que un día no aguanté más y cuando vi al duende asomarse debajo de la alfombra le di un pisotón con todas mis fuerzas. De niña no me gustaba nada que me contradijeran.
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