UN ENANO HUYENDO DE UNA CASA
El enano saltó desde el piso hacia el sillón rojo de la sala. Después trepó por el respaldo con lentitud a la ventana, altísima para él, con dificultad se aferró al pestillo. Un golpe de viento lo arrojó lejos y fue a estrellarse contralas baldosas.
Al otro día los niños no encontraron nada, ni siquiera sospecharon lo ocurrido. Sin embargo se extrañaron cuando –con expresión satisfecha- el soñoliento gato rechazó la leche y las migas que solían darle todas las mañanas.
De “Ángeles y verdugos” (2016)
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