Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

domingo, 11 de octubre de 2015

MEMPO GIARDINELLI (Chaco, Resistencia, 1947)


PAPÁ EN EL TELÉFONO

En este sueño mi mamá me pasa el teléfono y oigo la voz de mi papá, que se despide de mí. Han pasado varios años desde su muerte y soy ya un adolescente. Aún en la lógica interna del sueño, sé perfectamente que no puede ser la voz de él, pero es su voz la que oigo, y me habla.
No sé qué me dice, pero es una despedida, o quizás, como alcanzo a pensar, ocurre en este instante lo que no pudo ser cuando debió ser. La conjetura es desplazada por un sentimiento poderoso: de pronto siento que lo extraño mucho, imperativamente necesito verlo y, aunque sé que estoy soñando, siento el deseo de decírselo pero mantengo silencio. Callo cobardemente, o como se supone callan los cobardes. Giro para preguntarle a mamá, quiero pedirle una explicación, o una asistencia, pero ella sólo me mira en silencio, angustiada, llorando.
Despierto, por supuesto, completamente turbado. Pienso en Kafka y en la dura relación con su padre; imagino los rostros del papá del niño que Fedor Dostoievsky fue alguna vez; evoco la difusa y por ende dudosa autoridad del coronel Jorge Francisco Borges. Pienso también en Osvaldo Soriano y en su padre, descubierto con devoción cuando estaba por nacer su hijo Manuel; recuerdo la tragedia de Germán Rozenmacher y su hijo Juan Pablo, asesinados ambos por una fuga de gas una noche de invierno en Mar del Plata. Y pienso en papá cuando me sentaba en el lugar del copiloto y nos lanzábamos a recorrer los imposibles caminos del Chaco, él conduciendo, orgulloso, su enorme Ford negro de ocho cilindros y yo, pequeño y fiel devoto de sólo nueve años, mirándolo como cualquiera de nosotros miraría a Dios si Dios anduviera al volante de un Ford.
Para mí fue siempre igual: la muerte es algo irreconocible. Como una certeza que sólo en los sueños puede ponerse en duda.

De “Soñario” (2008)


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