LOS DÍAS, CUANDO BROTAN, SON IGUALES…
Los días, cuando brotan, son iguales.
Ningún presagio anuncia lo que oculto
por su envoltura acecha.
La luz del sol que invade lentamente
los objetos, el sueño,
despoblando de imágenes la tumba
diaria
donde un lento cansancio nos avisa
puntualísimo y terco a cada ciclo
del retorno final a los comienzos,
el sol,
no es nunca garantía de luz plena,
satisfacción lograda, obra precisa,
brillante singladura.
Porque al final del día está la muerte,
y, en medio, las palabras ancestrales
que marcan como el fuego,
que como la ponzoña nos enturbian…
y la luna…
y la luna, mi amor, me asalta a veces
desde el espejo más inofensivo,
(si hay espejo que pueda estar sin culpa)
desde la esquina en que dormita un árbol.
(si hay un árbol sin rama estremecida)
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