PRÓXIMO AL CAMPOSANTO
De una ventana será mi cuarto,
mil arrugas mi cara –
cien pasos al cementerio.
Pequeño cementerio extramuros,
dócil y aun así a su vez osado:
en noches de luna no quita el ojo de los míos.
Arriba el alba y aún nos miramos.
Por momentos el alma se me estremece:
el cementerio se aproxima.
También a mí me conducen alas secretas
y ya creo ni saber, ¿soy yo?
¿vivo acaso? Y la luna luce.
La aldea duerme, yo velo.
Miro y miro el camposanto:
acá está, ante la ventana.
Llorando, aterrado medio dormido
mil veces me pregunto:
yo me acerco, es él quien se me arrima.
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