UNA EXCURSIÓN AL CAMPO
De vez en cuando, los sábados o domingos, saltando de un autobús a otro, íbamos a un terreno de mi abuela en un pueblo de la inmensa provincia de Buenos Aires. El motivo de la periódica y ajetreada excursión era comprobar que nadie se hubiera instalado abusivamente en él, previendo de este modo que, tras una prolongada ocupación y de acuerdo con las leyes vigentes, el terreno pasara a ser propiedad de sus moradores. No fue hasta muchos años después que supimos, al ponerlo a la venta, muerta mi abuela, que habíamos estado vigilando el terreno equivocado. El nuestro, por suerte, también estaba desocupado.
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