FE DE ERRATA
El egiptólogo me dijo que lo mío era un problema de jeroglíficos. Una falta ortográfica, digamos. Parece que hay que eliminar, por ahí, algunas líneas de un ojo y hay que subsanar, por allí, algunas ríspideces porque de lo contrario, cuando me descifren, en lugar de un canto de amor del limo y del ibis en arrullo, se van a encontrar con una puteada ontológica.
De “Inés se turba sola” (2015)
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