EXTRAÑAMIENTO
Una vez conocí las luces de la ciudad, pero por algún motivo a alguien se le ocurrió mandarme al ostracismo. Ahora me angustia la soledad. Es cierto que algunas veces, en sus correrías, se aproximan niños que me miran con el rabillo del ojo. Por momentos tengo la ilusión de que los caballos saldrán de pronto al galope y me arrastrarán hacia esas torres que desde aquí percibo, siempre de día. Frecuentemente, los fines de semana se detienen parejas de enamorados que pasean por el parque y juguetean con las aguas de mi fuente. Pero los que me miran embelesados son los adolescentes. Ellos endulzan mi soledad sin importarles que yo sea nada más que una impúdica nereida.
De “Incisiones mínimas” (2011)
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