Giuseppe Ungaretti (Nació en 1888 en Alejandría, Egipto – murió en Milán el 2 de junio de 1970) fue un poeta italiano.
De padres italianos, nació el 10 de febrero de 1888 en Alejandría (Egipto), a donde su familia se había trasladado porque el padre trabajaba en la construcción del canal de Suez. Estudió durante dos años en La Sorbona de París y colaboró con Giovanni Papini y Ardengo Soffici en la revista “Lacerba”. En 1914 volvió a Italia y al estallar la Primera Guerra Mundial se enroló voluntario por compartir el destino de sus contemporáneos. Combatió en el Carso (provincia de Trieste) y luego en Francia.
En 1916 publicó en italiano la colección de poesías El puerto sepultado donde refleja sus experiencias en la guerra, en la que se ha encontrado con la humanidad más pobre, la del dolor cotidiano; en 1919 publica una segunda colección titulada Alegría de náufragos en la que muestra una poesía nueva, alejada de la retórica y el barroquismo de ’.
Durante su estancia en París, Ungaretti frecuentó la compañía del filósofo Henri Bergson. Lee a Leopardi, Baudelaire, Nietzsche. Su obra se conocerá progresivamente en Francia por las traducciones de un amigo, con el que tuvo cada vez más trato, el poeta Philippe Jaccottet.
Después de la guerra ya colaboró asiduamente con revistas y trabajó luego en un ministerio como profesor de idiomas. En 1933 publicó Sentimiento del tiempo. Solamente obtuvo un puesto fijo cuando, a causa de su fama como poeta, fue nombrado en 1942 profesor en la Universidad de Roma, puesto en el que se mantuvo hasta 1958. Antes de entonces, entre 1936 y 1942, había sido también profesor de italiano en la Universidad de Sao Paolo (Brasil), periodo durante el cual sufrió la pérdida de su hijo de nueve años.
Entre 1942 y 1961 publicó una serie de poesías titulada La vida de un hombre, la cual le convierte junto a Eugenio Montale y Salvatore Quasimodo en uno de los fundadores y miembro destacado de la escuela hermética italiana.
La evolución artística de Ungaretti sigue un itinerario que va del paisaje a la humanidad, a la revelación religiosa, al impacto del contacto con la poderosa naturaleza brasileña, al dolor por la muerte de su hijo y al retorno a Roma en el momento en que estalla la Segunda Guerra Mundial. Estos dos últimos sucesos son el origen de su libro El dolor, publicado en 1947. A través de la desesperación, el poeta descubre la responsabilidad humana y la fragilidad de sus ambiciones. Ungaretti, en medio del pesimismo con que contempla la trágica condición humana, encuentra un mensaje de esperanza para los hombres.
Los últimos veinticinco años de su vida representan un examen crítico del pasado y traslucen una fuerte ansia de renovación. Murió en Milán el 2 de junio de 1970.
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