EN EL CIELO INFINITO
Finalmente, ¿qué quedará de lo que fue nuestro instante?
¿La imagen de una ola, de una boca, de una
lágrima?
¿Qué será de nuestras posesiones más queridas
luego de interrogar desesperadamente
cada materia y forma de este mundo
que no dejó de exaltarnos, sin tregua,
con la sentencia de estar
sólo de paso,
de saber que todo amor se desvanecerá,
que el agua de los ríos se llevará también nuestra esperanza
de perdurar?
Y el gesto de mirar por la ventana, de pasarse la mano
por la cara,
el torbellino de los amores, ciertas partidas,
el eco innumerable de los viajes,
del vino, de las diarias comidas,
la velada a la vera de los muertos,
el cielo ciego del olvido, la luz de la memoria.
¡Oh Dios! Fue todo tan hermoso y tan trágico
que de algún modo ha de quedar un eco,
un reguero de sueños y nostalgias en la otra orilla.
Algo que vibrará como una luz perdida
en el cielo infinito.
ENRIQUE MOLINA
Nota: El texto seleccionado fue tomado del Suplemento “Cultura” de Diario La Nación, Buenos Aires, 6 de Abril 1997.
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