ESTACIÓN COLONIA ALVEAR
Nunca olvido esas estaciones rurales
donde los hombres se agazapan
en mudez planetaria
y opulentas mujeres
amamantan sus crías.
El agrio olor de las letrinas
vence a los eucaliptus
y las vidas se entinieblan de pena
prisioneras del tren
que parece haber muerto
en un recodo ignoto.
Cae el sueño como un soldado
que vuelve con heridas a su casa.
Ladra un perro
a la extraña noche sin luna.
De pronto es más hostil el frío
y más ancha y prodigiosa la llanura
que ahora respira lentísima
sin que un cardo se alce en la negrura
ni un charco alumbre
ni se espante un ñandú.
Todas las miradas tienden hacia las vías
crispadas en vigilia.
A solas
la ausencia nos siembra
espinas amarillas.
ANTONIO PAGES LARRAYA
Nota: El texto seleccionado fue tomado del Suplemento “Cultura” de Diario Los Andes, Mendoza, 5 de Diciembre 1999.
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