TRUCO DE HIPNOSIS
El hipnotista, frente al público del circo, me ordena que diga palabras sin sentido. Yo obedezco. Me hace bailar de manera ridícula sosteniendo un pandero. Yo obedezco. Me pide que muerda una cebolla como si fuera una manzana y la saboree unos segundos en mi lengua. Yo obedezco. Finalmente, articula una orden irreversible y da un aplauso: abro los ojos. Algo anda mal, pienso, y sonrío con cierto nerviosismo ante la mirada cautiva de la gente. Mi novia está a su lado y me pide que me ponga un anillo de compromiso, luego ella sonríe también pero su gesto, a diferencia del mío, es de felicidad. Lo que es más raro y sospechoso, yo obedezco.
De: “Vamos al circo. Minificción Hispanoamericana” (Antología)
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