HAMLET A LA HORA DEL DESAYUNO
Si alguien se interesara
por el estado de mis asuntos
de seguro el pudor contestaría
«bien, estoy bien», ahora
cuando soy yo quien se lo pregunta
no puedo afirmar semejante cosa
curiosamente tampoco lo contrario
días en piloto automático
que atentan contra mi más hondo
deseo: que cada hora clave
su dardo en la memoria, merezca
un renglón en la libreta
de los recuerdos del porvenir
la consecuencia, por conocida
no menos amarga, es el abatimiento
su abismo, y aunque sé además
que debo ser más sólido que los vientos
de las rachas adversas
no ignoro que ni un diagnóstico experto
garantiza resultados
entonces, tal una espina
en mi cabeza se clava el cómo
cómo ser en el hoy.
De: “Hamlet a la hora del desayuno” (2016)
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