Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

sábado, 21 de enero de 2017

NIRA ETCHENIQUE (Buenos Aires, 1926-2005)

 
DORMIR CONTIGO
 
Dormir contigo era
la víspera de reyes.
Una ansiedad en la boca del estómago
y un gusto a barro por las uñas.
Un cumpleaños siempre, cada noche,
un par de zapatos puesto en la ventana
 
Dormir contigo.
Dormir contigo era
vigilar la oscuridad en las baldosas,
la mezquina sombra de los árboles,
el interminable amanecer que se estancaba
y alejaba la noche y me alejaba.
 
No importaban las mesas,
en copas con que me bautizabas
en los estaños viejos de tu almagro,
no importaban los naipes
el tute burlón que desafiaba
la sorpresa caduca de unos ojos
entintados en vino.
Íbamos enfermando el día,
murmurándole un réquiem a la tarde,
atravesados de dolor y espuma,
millonarios de amor, locos de versos,
drogados de gardel o de rivero,
viajeros de taxis desolados,
caminadores fuertes del tabaco,
 
Yo miraba en el fondo de tus ojos
la gran cama poblada como el mundo,
un incendio de clavos y de alambres,
un espacio de vidrio y lunas rojas,
un pedazo de estrella calcinada
la fractura con lágrimas de un árbol.
 
Muchas veces corrió, mojada y turbia,
enemiga del agua, rencorosa
de los trenes que apenas se movían
de las altas escaleras frías
del antiguo ascensor que carraspeaba,
del minuto de fósforo en la esquina;
enemiga, enemiga de las horas,
de la piedra, del viento, del amigo,
del teléfono, el diarero, las noticias,
enemiga del tiempo sin tu boca.
Dormir contigo.
Dormir contigo era
depositar mi sangre de muchacha
junto a tu sangre simple de muchacho,
los besos que me dabas entre sueños
mirándome sin verme.
 
Entonces yo miraba la ventana,
la luz que llegaría
y el sonido de la calle comenzaba a dolerme.
 
Luego había cosas que hacer como sonámbulos,
enlazar piedritas con relojes,
engañar la vida de algún modo,
volver a ser humano humanamente hablando.
Había que acechar los minuteros
y sonreir y pulirlos con ternura
y enfrentarse a paredes y agonías
y armar mecanos, piezas sueltas,
corazones en islas solitarias,
manteca sin papel,
papel sin letra,
despareja canción
cereza rota,
un otoño con plomo en las entrañas
o un verano de cal ue nos quemaba,
pero había después, dormir contigo,
caer en la tormenta de tu almohada,
hallar la paz, la lluvia, los naufragios
los barcos que anclaban y partían
y soplaban su olor de chimenea
y el sándalo, el cognac, las pasajeras
violetas y algún frasco con lilas.
 
Dormir contigo.
Dormir contigo erea
saber que nunca moriría.

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