ARDE TROYA
Conforme se acercaba el momento de dar por terminada mi máquina de viaje temporal, fue ella el destino que escogí. Sin sonrojo, reconocía que siempre había ambicionado trepar por su cuerpo. Una vez allí, burlé la guardia de palacio y la arrastré a través de los tiempos, sin importar los derroteros que ellos nos depararían. Oh, Helena, atrás quedaron los cuerpos mutilados de tus queridos troyanos, y un pérfido caballo con diez años de retraso inútil.
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