Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

viernes, 11 de marzo de 2016

ARNOLDO ROSAS (Venezuela, Porlamar,1960)


VENGANZA

A veces, mi mujer se orina en la cama. La humedad siempre me despierta en medio del mismo sueño: estoy ahogado a veinte metros de la paya. Alzo la cabeza desesperado, y, en la oscuridad, no distingo nada. Jadeo. Tiendo a levantar los brazos suplicando auxilio y, sólo entonces, distingo las velas que alumbran la estampa del Corazón de Jesús. Humillado, giro a mirar a mi mujer: sonríe, perdida Dios sabe dónde. 

Salgo del dormitorio a fumar en el balcón. La noche no apaga mi furia. Estoy cansado de estos juegos. Despertarla ya no es venganza. Lloraría de pena un rato, cambiaría las sábanas, un beso de perdóname, el sueño y el olvido. Prefiero masturbarme y llenarle de semen la dormilona. No soy capaz de hacerlo. Me conformo con arrojar a la calle una de sus figuritas de porcelana. 

Después de la cena descubrió la ausencia del adorno. Extrañada, ha recorrido la casa sopotocientas veces. Abre gavetas. Remueve las cosas de los clóset. Sacude las ropas. Se hala los cabellos. Es divertido oírle preguntar si lo he visto, si me acuerdo de él. Me lo describe. Conteniendo la risa, respondo que no, que nunca lo he visto. 

Diariamente hago desaparecer algún objeto. He sacado incluso la mesa del comedor y el sofá de la sala. Siempre es gratificante verle la sorpresa en los ojos agigantados, en el apuro por ingerir el tranquilizante, en los nervios que le impiden encender el cigarro. 

Estoy por marcharme. Mi venganza estará sellada cuando, algún día, uno de nuestros amigos más cercanos le diga, por esos extraños juegos de la memoria, que no, que siempre la ha conocido soltera, que yo nunca existí.



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