AL ACECHO
Como una fiera salvaje me anda buscando. Soy más rápida porque mi cuerpo es pequeño y elástico. Pero el cansancio ya nos acomete a los dos. En cualquier momento, va a atraparme y será mi final.
De repente, algo me arrastra hacia la superficie. Unas manos callosas me sacan de mi guarida y tiran el despojo de mi cuerpo al canasto de las carnadas.
He salvado mi vida. Otra será la que atraiga a los peces.
ASÍ EN ESTA VIDA COMO EN OTRA
Vino directo hacia mí. Me lamió la mano, se acurrucó en mi falda, como un huérfano buscando cariño. El perro era demasiado grande y peludo para comportarse de ese modo.
Lo reconocí por su mirada. Había visto esos ojos antes. Pero no los relacionaba con un perro. Así viviste, así reencarnaste, pensé: condenado a la miseria.
SOCORRO
Su pequeña y traviesa hija tiene un hermoso nombre pero cada vez que la llama, vienen los bomberos, o los vecinos telefonean a la policía.
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