LA ETERNIDAD
Fui por las viejas calles desoladas,
y llegué hasta el arroyo, y sobre el puente
he mirado las aguas largamente,
a su viaje nocturno abandonadas.
Y vi que se alejaban por las gradas
con el funesto afán de su corriente;
pensé que un día hacia la orilla ausente
las olas volverán, ya transformadas.
Pensé en los caracoles, y en el ruido
con que el agua reclama su retorno;
pensé en nosotros, que hemos concebido
tras de unos arcos góticos y oscuros
una cosa inmortal. y puesto en torno
los deseos frenéticos e impuros.
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