EL ORNITÓLOGO
Su canto era único, perfecto. Acudía diariamente a escuchar esa melodía, lo llevaba al éxtasis. Era la única especie que no poseía.
Pensó muchas veces la manera de llevársela, claro, sin levantar sospechas.
Aquel día parecía ideal, el pasillo estaba solo.
Aquel día nada salió bien, la soprano no quiso entrar a la jaula. No pudo llevarla viva.
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