MI PADRE HABLA CON LOS MUERTOS
La cama del hospital donde mi padre
descansa horizontal y yace quieto
es una barca antigua que navega
desde el tiempo inmemorial hasta hoy.
Pero resulta ser
que en realidad la barca somos nosotros,
ni mejores ni peores,
desprovistos
de todo maquillaje,
de toda palabra que no diga
el silencio y su representación.
Aquí la muerte es blanca
y no hay más por decir.
Aquí no hay nada para hacer
sino esperar a que suceda
lo que todos esperamos,
y no queremos.
Mi padre habla con los muertos
en su barca de noche.
Mira hacia donde nadie ve,
levanta las manos
como si quisiera
atrapar el silencio.
Será por eso,
entonces,
que cada vez entiendo
menos lo que dice,
al mismo tiempo que navega
decidido y mortal,
con las velas desplegadas,
hacia el reino.
De “Barca sobre la zarza ardiente” (2016)
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