TEDIO MAÑANERO
Silvano González se murió de sueño después de que su amante, Fuencisla Bernabé, le hiciera el amor cuatro veces seguidas. Él luchó por su vida y por su hombría como el animal que todos sabían que era. Ella, terminada la faena, se sentó en la butaca de enfrente a contemplar las sombras que hacían los pliegues de las sábanas, ya casi amanecido el día. Y allí sigue, que no sabe si despertarlo para que se vaya de una vez o llamar a los de la funeraria y que tramiten lo de siempre.
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