LOS CABALLOS
Nombrar el tronco de caballos en la finca,
es rescatar la fuerza que hizo a Mendoza
y evocar aquellos que llevaron banderas
al Pacífico, como si tuvieran
alas poderosas.
Es entrar en la vida misma de Cuyo,
tierra hecha a compuerta y riego artificial.
A sangre de corceles se limpió el monte duro
y se sembró con fe la semilla ritual.
Hablo de esos caballos
que un abuelo inmigrante usó para el desmonte
y al rastrón o al arado
dieron poder de ampliar el horizonte.
Veo aún aquel tobiano de mi niñez sonriente
envejeciendo lento en alto pastizal,
ese… al que el signo raro de una estrella en la frente
dio licencia una tarde para morir en paz.
De “El canto cotidiano” (1980)
Sección: “Literatura de Mendoza”
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