Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

jueves, 5 de junio de 2014

ALEJANDRO BENTIVOGLIO (Avellaneda, Buenos Aires, 1979)

HACIA ARRIBA
Apenas cabemos en el cuarto. Los parientes fueron los primeros en ocupar una parte. Luego vinieron amigos y más tarde conocidos. Después gente que quizás sólo habíamos cruzado un instante en la calle el día anterior.
Ya casi no quedan espacios utilizables para acomodarse y, con el transcurso de las semanas, los diversos idiomas y los nacientes dialectos dificultan cada vez más la comunicación y, casi sin notarlo, vamos abandonando definitivamente la construcción de la elevadísima, interminable terraza.
 
JUEGO DE GIGANTES
Las piedras (o lo que nosotros creemos piedras) caen con una fluidez notable. Aplastan todo lo que encuentran a su paso, sean automóviles, casas o descuidados paseantes. La lluvia dura toda la noche y por la mañana nos detenemos a ver el paisaje. La mayor parte del pueblo quedó sepultada sin remedio. Si miramos hacia arriba, vemos un enorme cubilete que aún parece sacudirse un poco.
 
FATHER
Abro la puerta de mi casa y me detiene la policía sin darme tiempo a nada. Me interrogan durante días, pero no voy a decirles nada. Me amenazan con hachas, con prenderme fuego. Pero no voy a confesar, tienen que entenderlo. Finalmente me sueltan, pero ya en la calle uno de los policías me grita que no podré escapar de la ley, que todos saben que yo maté al viejo artesano carpintero.
Le respondo que yo no lo hice, que soy inocente. Pero mi nariz crece.
 
CELESTINO
Adentro de mí crece un hombre pequeño. Habla mucho todo el tiempo y no  me deja dormir. Le pido que se detenga, pero eso sólo parece divertirlo más. Le he dicho que salga, pero él dice que está muy cómodo en mi interior. Que tiene todo lo que necesita.
Hoy decidí comerme una mujercita que encontré comprando fruta en el mercado. Desde entonces, lo único que escucho de mi hombre interior es un tímido, tembloroso, sí querida, sí mi amor.
 
HIJO PRÓDIGO
Para escoger mi nombre mis padres consultaron un adivino. Él les dio toda clase de consejos y ellos volvieron a casa un poco tristes porque no había cosas buenas en las palabras de aquel viejo charlatán. Eso no me impidió llegar a este mundo. Y que mis padres decidieran ponerme un nombre sencillo, uno con el que pueda sentirme a gusto.
Por eso le digo, buen hombre, no sé qué tanto mirarme. ¿Acaso mi nombre le parece raro? No, tampoco es extraño que haya nacido en la hora sexta del sexto día del sexto mes del año. Así que por favor, le pido que no sea como tanto otros, previsibles curiosos, que se quedan mirando groseramente esas dos protuberancias con forma de cuernos en mi frente.

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