OLVIDO
Ya te olvidé. No sé cómo ocurrió. Pensaba que nunca iba a suceder, y sin embargo, ya ves, ha llegado el olvido como llega la desesperación, como llega el miedo, el insomnio, el amanecer, la lluvia.
Tal vez no me creas, allá a la distancia (nunca fue tan grande la distancia que nos separó, nunca tan grande como ésta que te retiene en la ausencia, te enmudece, convierte lo que vivimos plenamente en un puñado de cenizas y en un interrogante: De verás sucedió?).
Ya te olvidé.
No recuerdo tus ojos de muchacho, desenfadados, acostumbrados a internarse por caminos vedados, tus ojos hachando el bosque con que defiendo mi mirada, llegando al territorio donde mi niñez corre despreocupadamente, donde mi niñez tiembla de noche porque le teme a la oscuridad, donde mi adolescencia se queda en mí y te llama... (yo no, mi adolescencia, mi caprichosa chiquilla inconformable que no quiere perder una batalla):
No recuerdo tus ojos.
No recuerdo tus manos delgadas, con venas como ríos de un mapa, cuyo itinerario yo seguía con la yema del índice, barquito. Tus manos usando de tamboriles los manteles de la cervecería.
No recuerdo tus manos.
No recuerdo tu risa. Echada hacia atrás, como una luz, con dos hoyuelos alargados entre las mejillas, dándote un aire de hombre pintado por el Greco, de campesino encontrando el camino angosto que trepa hacia Calatayud.
No recuerdo tu risa.
No recuerdo tu torso, largo, cruzado por el movimiento de aspas de tus brazos increíbles, envolviéndome como espirales.
No recuerdo tu torso.
No recuerdo verte de corbata y traje, molesto y escapándote de la camisa de cuello almidonado.
No te recuerdo de "jeans" y remera azul, con todo el verano alrededor, parado en el medio de la gente y diciéndome adiós con la mano mientras mi taxi se alejaba y me veías cada vez más borrosa, y te veía cada vez más quieto y pequeño y más punto azul latiendo en aire azul y leve.
No, no te recuerdo. Podés hacer una hoguera con tu orgullo, con tu vanidad de hombre que se cree inolvidable, que cree que puede volver en cualquier momento y yo voy a decirte que sí, que cuándo, que a qué hora. que te estaba esperando...
Podés hacer una hoguera con mis cartas. Podés hacer una hoguera donde se quemen también y para siempre, las palabras que tendí hasta tu oído como un puente de flores y de estrellas.
Porque ya no me acuerdo de vos.
Porque ya no me acuerdo: te olvidé... y si no querés creerlo, no lo creas, pero dejame repetirlo hasta convercerme. Dejame, por lo menos intentar este olvido que tarda tanto, que no llega nunca...
No hay comentarios:
Publicar un comentario