A VECES, EL RECUERDO
A veces, una hoja cae como un recuerdo, y yo me siento otoño.
No hay ningún árbol iluminado por las canciones de los
pájaros,
y en las nieblas lejanas, en el confín de los días,
una a una se pierden las delicadas amantes que me enseñaron
los nombres del corazón.
A veces, el recuerdo cae como una hoja, y yo me siento otoño.
Y conozco de pronto el secreto de todo lo que muere.
Miro el río interior que corre helado hacia la noche,
y las flotantes cosas que una vez en la vida fueron carne.
Me siento convocado por la nieve, habito en un país de soledad
donde el Tiempo silba en el alma como un viento impiadoso.
La última fogata de San Juan titila pobremente en la memoria,
y el último muñeco es como una paloma muerta caída
en el camino.
No queda nada a qué decirle adiós, y uno es tan sólo despedida.
LA VIDA ES MÁS LARGA QUE LA ETERNIDAD
¿CÓMO olvidar que el cielo es aire, y que la vida, la vida,
es más larga que la eternidad?
A veces, en mis manos mojadas por la lluvia suele posarse
un pájaro,
o temblar una flor cortada por alguien a lo lejos.
A veces miro pensativo la escondida sonrisa de los gatos,
y no pienso en vivir ni en morir,
y no sé qué es la angustia, ni qué es Dios.
Los pájaros, la lluvia, las flores de las tierras baldías,
una muchacha en el crepúsculo, como un adiós,
el gato que mira la tarde, y envejece,
están todos en mí, se van conmigo,
cuando camino solo y es de tarde,
y todos los fuegos han ardido ya.
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