MEDIA ABUELA
Siempre tuve media abuela. Me miraba con su único ojo, me abrazaba con la mitad de las costillas y apenas un pecho. Respiraba con un pulmón y cuando escuchábamos música, ponía la oreja izquierda hacia los altavoces. Un día, mamá cavó un agujero junto al haya roja. Enterramos la cajita con sus cenizas y las trenzas que le cortaron a los quince años. Aunque murió la mitad de ella, la lloramos entera.
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