Creada en la Ciudad de General Alvear, Provincia de Mendoza, en el año 1935.

miércoles, 22 de junio de 2016

ESTHER ANDRADI (Ataliva, Santa Fe)


LA MARMITA

Érase que se era una olla enorme. Recién un largo rato después de arrojar los ingredientes, llegaba desde el interior el eco de los caídos. A fin de remover los aderezos, se usaba una cuchara de madera en forma de balsa, y los más arriesgados solían montarla para sumergirse, protegidos por capas aislantes a fin de degustar el adobo. Entretanto, los acróbatas hacían malabares para dar vuelta la cuchara desde el mango, manteniéndose firmes en la cúpula, emborrachándose con los aromas que emergían de las profundidades. Los prestidigitadores se deslizaban por los parapetos construidos en los bordes, a fin de disfrutar la cocción con toda la familia. Y desde las márgenes arrojaban cebolla, ajo a discreción, berros picados en menudos trocitos, alcaparras, huacatay, macís, chile, enebro y alcaravea. Equilibristas caminaban por la soga que unía la marmita de lado a lado, espolvoreando un poco de comino y cardamomo por acá, otro poco de estragón y orégano silvestre por allá, una buena porción de jenjibre y pimienta en grano, junto a semillas de trigonella y eringes escarchados. Después despojaron a los mariscos de su corsé y arrojaron centollo, langosta y cangrejo al líquido bullente.
Un golpe de viento azaroso apagó el fuego, y el potaje comenzó a entibiarse en su salsa. Aprovechando el momento propicio, se deslizaron por la ubre gigantesca, llegando a bordo de sus cucharas.
Desde entonces están comiendo.

De “Microcósmicas” (2015)


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