DEGUSTACIÓN
Su oreja izquierda me recordó, sobre todo por su textura, a los famosos téutidos apanados. El hombro derecho, ligeramente más delgado que el opuesto, me trajo la idea de un terruño lejano pero muy fértil. Bañado de sol y de olivos y maduración adecuada y riego por goteo.
Sus pómulos salientes me trajeron la frescura que suelen otorgar los frutos rojos. El codo, con su aspereza original, era el equivalente al whisky bien añejado. Sus muslos, firmes y carnosos, resultaron fuertes como el roble. Me dejaron notas de taninos especiados: canela, coco y hasta pimienta. Hay espacio en el freezer. Quizás no la devore completa.
De “Microficciones ilustradas” (2015)
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