ÉPOCA DE MUDA
Salgo de mi cuerpo para meterme en un cuerpo nuevo. Mi cuerpo antiguo, al que acuno como si de un niño pequeño se tratase, permanece caliente en mis brazos. Hueco. La piel es suave, rosada y tersa. Lo acuno más rápido, pegado a mí, es tan fácil de aplastar como una cáscara. Tanto que temblamos juntos. Mi cuerpo antiguo ya no pesa, como si tan solo estuviera lleno de aire.
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