RAZONES DE UN AMOR
porque aprendí que la claridad de tus ojos puede esconder
oscuridades hondas en donde vive la noche;
porque supe que es posible el amor y que en él
nada que no sea el sí mismo existe;
porque aprendí a separar nimiedades eternas como la clara de la yema,
el tacto de la mano, la sonrisa de la boca; porque pude
ver que en estas separaciones
hay encuentros con el uno que vive en cada otro;
porque el hallazgo de ese otro
no es sino el entenderse con la propia luz y con la propia sombra;
porque la vida es la ilusión de lo imposible y es lo posible de lo incierto;
porque los cuerpos pueden sernos campos florecidos; porque he bebido
la exudación, los flujos, las aguas corporales
que pasan por tu carne
para navegar ríos inagotables, transcursos sorprendentes;
porque fue tu desnudez un campo de caricias;
porque he aspirado en tus susurros el lenguaje del estar fuera de todo;
porque entre tus pechos no hubo intemperie ni granizo, allí
todo fue amparo, blandura bienvenida;
por éstas y por otras demasías: por todo lo dicho y lo imposible
de decir, te digo lo que digo, te balbuceo y toco;
me venzo y te pierdo y te respiro.
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