ROMANCILLO DEL SEÑOR DON GATO
Estaba el señor don gato
sentadito en su tejado
con mediecitas de seda
y zapatitos trenzados.
Y le vinieron las nuevas
que debía ser casado
con una gatita blanca
de ojos muy relumbrados.
ESTABA CATALINITA
Estaba Catalinita
sentada bajo un laurel,
con los pies en la frescura,
viendo las aguas correr.
Entonces pasó un soldado,
y lo hizo detener,
-Deténgase, Ud., soldado,
que una pregunta le haré:
¿No lo ha visto a mi marido
en la guerra alguna vez?
-Si lo he visto no me acuerdo;
Déme Ud., las señas de él.
-Mi marido es alto y rubio,
elegante y muy cortés,
y en el mango de la espada
lleva escrito: Soy marqués.
-Por las señas que me ha dado,
su esposo ha muerto ayer,
y me ha dejado encargado
que me case con usted.
-Eso sí que no lo he hecho,
eso sí que no lo haré.
Siete años lo he esperado,
Otros siete esperaré.
Si a los catorce no viene,
En un convento me entraré.
A mis tres hijas mujeres
conmigo las llevaré;
a mis tres hijos varones
a la patria los daré,
que sirvan como su padre
y que mueran por el rey.
-¡Calla, calla, Catalina,
cállate infeliz mujer!
¡Hablando estás con tu marido,
sin poderlo conocer!.
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